31 marzo 2008

A Covadonga

Me había situado bajo un saliente del Museo de Bellas Artes para guarecerme de la lluvia cuando vi a aquel tipo aproximarse para hacer lo mismo. Acababa este hombre, como yo, de salir del Cubano. Recuerdo que llevaba gorra y bigote a lo Pancho Villa y sospecho que también ardor o futuro ardor de estómago tras el desayuno ligero. Eran las 8:33 de la mañana del domingo.
Me dio conversación de inmediato, me ofreció tabaco, fumamos mientras ya los goterones se habían formado y caían en gruesa cortina ante nosotros. Me preguntó que de dónde era yo; contesté displiciente que de aquí de toda la vida. Él aseveró que era asturiano pero que vivía en Madrid. A mí me chocaba su acento de Jaén o Extremadura, y me acuerdo de haberle formulado en más de una ocasión la pregunta: ¿De dónde eres? Por suerte sin que pareciera molestarle demasiado. Ampliando información, dijo que estaba aquí por unos días, que se alojaba en el Astures y que le encantaban la marcha y las chicas de la ciudad.
En aquel intervalo tuve que salir de ahí debajo en un par de ocasiones por no vomitar ante la cámara de seguridad del museo y hacerlo en el callejón. Continuamos con la charla una media hora más, tiempo en el cual nos aparecieron hasta cinco yonkis para pedirnos dinero y cigarrillos. Me habló de su amigo Antonio y de que, en menos de tres horas, pasaría por el hotel con su coche para recogerle y tirar hacia Covadonga: “Siempre lo hago cuando vengo”, precisó. Por supuesto que no tardó nada en invitarme a la excursión. “Tengo que irme a dormir de una vez”, le respondí. “Ahora ya no merece la pena, yo ya no me acuesto”, dijo. “¿Llevas las rodillas preparadas?”, comenté para parecer chistoso: “Las escaleras de Covadonga hay que subirlas de rodillas. Aunque yo no, yo no creo en dios”, proseguí. “¿No crees en nada?”, me preguntó. No contesté y nos mantuvimos callados unos segundos.
Luego le miré a los ojos sostenido y le propuse parar en el Nessy con el objeto de hacer tiempo, y claro, de no mojarnos demasiado.
Una cervezas después me encontré sentado en el asiento de atrás de un coche, con una mano en el tirador de la puerta y otra en la sujeción del cinturón de seguridad, rumbo a Covadonga, y dispuesto a arrojarme en marcha tras la primera curva.

28 marzo 2008

Identificación

En cierto modo con esto que he leído.

11 marzo 2008

Paso de todo, así me va

Te entusiasma o te conviene
Te acercas o te alejas
Ya sabes cómo va esto
Las 24 horas

No puedo estar encima mío
No puedo estar encima de mí
De día y de noche
24 horas

Paso de todo, así me va
Paso de todo, así me va

Hagas esto o lo otro
Algo ganas, algo pierdes
Das la cara y la espalda
A ver cómo te pones
Sin hacer daño a nadie
Sin hacerte daño a ti
No sólo hoy también mañana
Si te pasas no llegas

Paso de todo, así me va
Paso de todo, así me va...


"24 horas". DA, Pulse y Espere

03 marzo 2008

Orca

Como sujeta por poleas invisibles descendió indolentemente la orca hasta posarse con elegancia al final de la calle. Resonó en su contacto con el asfalto un pequeño retumbo, se giró hacia el puente que salva la Ronda Sur y se alejó en una sutil tracción en sentido opuesto a mi presencia, evitándome así el tremebundo sobresalto con el cual saludó al resto de viandantes que desafortunadamente se encontraron con ella.