29 noviembre 2009

Robert Enke


Paré en todos los bares de tu calle
Fon Román

Y sin embargo llegaba antes y preparaba el café, lo tenía todo listo para que cuando aparecieras hubiera siempre café caliente, con ese aroma y el sabor a las cosas recién hechas.
Por aquel entonces no tenía nada más en la cabeza que a Robert Enke. Descubrí de casualidad los detalles íntimos de su final trágico, a la vez me pasaba por tu barrio, siempre era de noche y alguna ráfaga de viento agitaba la bufanda, precedía a las manos en los bolsillos, la cabeza agachada y la cadencia burlesca del pie derecho detrás del izquierdo. O viceversa.

Intrahistoria
Hacía aproximadamente siete años desde que acabara durante una mañana horrenda en el calabozo de la Nacional. Pensaron algunos que todo saltó por los aires a causa de un impulso subversivo y tonto, aunque la verdad era otra, y la secreta intrahistoria es muy probable que me la lleve a la tumba.
Luego se sucedió una cronología incierta en la cual lo único que quedaba claro es que ya no, y el avance de las estaciones tampoco se fijaba con la pasta de lo creíble, estas manos en el abrigo, esta cabeza agachada hablan de sobra de todo el asunto, virutas de tiempo que desde luego vinieron y pasaron pero no para quedarse.
Sin embargo aparecías, reías mis ocurrencias, y eso que el repertorio estaba más que agotado, tal vez igual que esto que pasa permanentemente conmigo. Bajabas las escaleras y sorbías café, en ocasiones volvías con una taza y la colocabas al borde de la mesa, aprendiste pronto cuánto me gustaba solo, a menudo largo y siempre negro y humeante, lo propio para esperar y llevármelo a los labios, no sufrir heridas, cambalaches, incendios.
Siete años después me ceñía a la duda, luego a la certeza, ya está, ya no existe modo de engancharse y un biombo es el remedio ideal, vale, seguro que no ideal pero es lo que tenemos más a mano. Eso, y un extintor.

Es preferible ser rebelde antes que no serlo, a pesar de que ambas posturas sirvan para lo mismo
Y sin embargo no me muevo un palmo, no me mueves, de veras, excepción insalvable y farolas isabelinas, alguna tarde de domingo entre bambalinas, la tela de la carpa rasgada.

Y sin embargo
Vano, oscuro e inevitable, camino, camino negro, voy detrás de las luces, paso el túnel, pasa la tarde de domingo, acaricio el suelo deshecho, giro alguna esquina, me detengo en algún portal, avanzo, avanzo, sé que no hay futuro, qué hostias, qué hacer aquí y ahora, si no estirar, es decir, imaginar, meterle prisa al reloj y entonces, entonces el viento lo mismo que la muerte que susurrando como a gritos en vano, porque todo es en vano, y todo es un para qué, y sin embargo.

5 Comments:

At 20:55, Blogger El Brujo said...

Gran tema... el de Nirvana, por supuesto, y el del texto...

;-)

 
At 13:02, Blogger David Suárez Suarón said...

un texto que camina hacia derroteros panerianos

 
At 20:07, Anonymous overmars said...

buoggg esos delafé pijo-guays de lo peorrr

 
At 02:09, Blogger Guaje Merucu said...

Buoggg... Siempre el anonimato...
Facto catalanes por cierto

 
At 10:00, Blogger El Brujo said...

Mi misión ahora es drenarte completamente...

 

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