14 julio 2009

Bizarre Love Triangle


No es que me hubiera pasado muchas veces pero en aquel instante estaba ahí, en un portal del casco viejo de Barcelona, con el propósito de sacarla de ese sitio, porque no tardaríamos en despertar a los yonkis o borrachos que seguramente se resguardaban adentro, porque lo más probable es que acabáramos como entramos, limpios y encima sin cartera ni documentación ni la dignidad que ya se había largado lejos un buen tiempo atrás. Sí que se echaba en falta el cuarto del hotel, el tipo roncando largo toda la noche a mi izquierda, El Oso, como se autoproclamó él a la mañana siguiente del primer amanecer templado y obsoleto, ya de eso estaba yo curado, ¿sabes?, pero no del desprecio o el oprobio de la otra, no del horror de no supurar palabra alguna, tal vez extraer cualquier bonita frase sobre el alma debajo de la chistera, todas esas letras de canción, textos de los anuncios de las escorts más lujosas de la ciudad que cuelgan turgentes fotografías en Internet, temazos de los bluffs de moda indies sin hacer mención alguna a sus patéticos autores. Quizás hubiera mejorado el asunto de no haber citado a las cucarachas, de no querer pretender mostrar un sentido del humor mentiroso y arcaico mientras tú en aquel rincón te abrazabas, primero a las esquinas, después -¡déjame en paz!- a mí, yo deseando el regreso al bar en cuyo gin-tonic estoy convencido de que aún sobrevivía alguna lasca de hielo (el resto me lo guardaba entero hibernando, afirmación retórica), el tiempo más marchito que nuestro tiempo antes de ser cercenado a punta de navaja, aquella certidumbre de por qué no me tiraron al camión de la basura, y así se arreglaba todo. Sin embargo reliquias de humedad sobre el abrigo, a ver si nos vamos de aquí, que después la playa es muy larga hasta las torres, una de Mapfre, la otra un hotel, haría falta una botella de tamaño doble para que no me quedara sin beber a las primeras de cambio en el camino, en el regreso multiplicado de botellas y golletes, y otra resaca más que por fin acabe conmigo, fijo que no será ésta y el lunes que sí, que ya será lunes y escaleras arriba y abajo, escaleras que adolecen de la mínima altura para que no se quede todo en una bochornosa anécdota de la que reírse todo dios, todo el mundo excepto yo, tendido en el suelo.
Park Güell, Sagrada Familia (temple expiatori), Passeig de Gràcia, qué hostias, menuda forma idiota de liquidar la tarde porque después asoma la verdad, todos los días proyectados sobre la cabeza, unas luces, un dinamismo en un bar moderno y barcelonés donde echar una meada en los baños es un milagro si no lo hacemos detrás de la puerta, entre los que esnifan coca y alguna pareja empujando a voces pensando que la música tapa hasta el agujero del váter, y no es así, no os creáis tan inmaculados, que eso es muy sucio, es lamentablemente sucio. Salir de allí y volver allí, los corrillos bailongos, la barra con whisky vomitado, la predicción (eso era una predicción) y la búsqueda: nos cruzamos la mirada, ella y la otra, a esta última me cuelgo unos segundos que ni existieron y es apostar muy alto con un matrimonio entre medias, para qué te mueves así y tan cerca, ya me estoy empalmando y sólo veo baños y sólo percibo en los silencios aspiraciones nasales y, coño, debería estar metiéndome rayas con los muchachos, forzar el corazón, otra palabra hipersaturada, que vamos, me compro lo de Vetusta Morla pero ya, me arreglo y desarreglo el peinado, me hago con unas zapatillas a la última si tú desapareces, si la espita silbando se afianza.
Tensar el arco y destejer y la cuarta en discordia frente a otro puerto más pequeño, y no obstante no es así esta leyenda, no hay cuartas personas pues de lo contrario no habría triángulo, y qué más quieres, con la otra tengo bastante para arruinarme la vida, para trazar con pedazos los minutos y no querer acostarme y no querer levantarme, sin hablar por supuesto de lo que transcurre por el medio, ningunear, empequeñecer, eclipsar y aquellos etcéteras con los que ordenas mi diario. Puesto que el portal del casco viejo es muy pequeño, que acaso cada uno tenga lo que se merece, permíteme que prepare el abrigo, así estará más mullido, en esta postura te será más cómodo refugiarte, velar armas, querer lincharme, encabezar la lista de los que sueñan con verme muerto, pobrecita, sin suposiciones ni certezas de que tú tienes un futuro, de que te caes de una lista en la cual el sujeto que la lidera rebusca de reojo en los rincones, ahí, en ese lugar donde estarían las cucarachas, ay, las cucarachas.


4 Comments:

At 09:38, Blogger David Suárez Suarón said...

Creo que es mejor la total desmitificación. Aunque no quede rastro, ni de las cucarachas ni de la toalla mojada y la botella de ron.

 
At 15:20, Blogger Guaje Merucu said...

Tomo nota

 
At 12:32, Blogger David Suárez Suarón said...

No se lo tome al pie de la letra

 
At 22:46, Blogger Guaje Merucu said...

Pues sí

 

Publicar un comentario

<< Home