19 julio 2009

Fam trip

Me acuerdo de cuando estuvieron en Tenerife. Recuerdo por encima de todas las cosas el final de la aventura. Ese grupo, la mafia, la logia, variantes para denominar a unos bebedores y fartones de órdago, embarcaron en el vuelo JK (no recuerdo el código) por el papu, como en otras ocasiones, algunos en business class y otros en tourist class. A veces se intercambiaban los asientos, pero el plato fuerte estaba en el cacharreo gratuito de la business. Acarreaban la bebida desde un lado de la cortina hasta el otro con la anuencia del personal auxiliar. Muy temprano iban estos señores de alcohol hasta las trancas, como cuando quedaban para comer en Oviedo y la cosa terminaba en el Horóscopo (o Casa Copo), sin que ninguno subiera. Al menos eso contaban, me dijeron que sólo acudían al club a tomar una, con las señoras presentes y todo. No tengo la menor idea de cómo les sentaría a las señoras el revoloteo de las señoritas, tal vez terminara más de uno con una colleja y una reprimenda, abstracciones lejos de tener visos de importancia con esas melopeas a cuestas.
En Madrid-Barajas había mucho tiempo para el enlace a Tenerife Norte, de modo que varios se fueron directamente a algún bar y otros se acercaron a conocer la flamante T4. Les encantó la variedad de locales para hacer compras, las cafeterías (no sus precios), los habitáculos para fumadores de la terminal, la arquitectura, la espléndida panorámica para observar las maniobras de los aviones. Cogieron, pues, el vuelo a Tenerife más ciegos si cabe, empolvada la nariz de dos o tres gañanes a quienes el whisky les parecía poca cosa.

Vaya melocotón que llevamos y es el primer día, hoy nos comemos la jodida isla, van listos los indios éstos, que esta noche no nos para ni su puta madre. Hala, otro vaso que me traen repleto a las manos, qué cabrón, y cargado de cojones, ya vienes otra vez del baño, ¿eh, cacho perro? Cagüenmimáquina, ¿tú viste a eses moces, ho?, tán pa mojar pan, voi arrimales la panoya…

Así pasaban los días, sobre todo las noches, y en los momentos de luz tostaban sus orondas panzas al sol en las tumbonas de la piscina o de la playa desde que aterrizaron un jueves sin incidencia alguna que destacar. Había comilonas en Tenerife, mucho por beber, excursiones, visitas a hoteles, demasiados asuntos de los que estar pendiente, no se puede olvidar que estaban de viaje de trabajo. Me contaron también lo de la jornada previa a una cena de gala en el hotel más lujoso de la isla: antes del almuerzo llevaban tal borrachera…, se prolongó la juerga comiendo, en la sobremesa infinita, se herrumbraban a golpe de ginebra, ron, coñac y demás, se metieron en el chiringuito de enfrente a seguir con la moña. Por aquello de que se aproximaba la hora de la recepción previa a la cena salieron hacia su hotel a despejar. Metíme na piscina, dos horas boca abajo por lo menos con esa mamada… Si me echo a dormir no me sacan ni tirando la puerta abajo. Hubo que pasar por las habitaciones a recoger al personal que no había bajado a la puerta a su hora, claro, se habían quedado sopas. Echaron en falta a la compañera Tere, no la pudieron sacar de su cuarto ni haciendo temblar con estruendo las paredes de toda la planta. Iba guapa, le dijo Manolo, subí con ella a la habitación cuando volvimos de comer y no veas… Decidieron entonces retirarse sin Tere, llegar al cóctel de bienvenida para dejar el pabellón astur en no muy buen lugar.
Terminó la farra sobre las seis de la mañana, con las inexcusables visitas a clubes y toda la parafernalia que después contarían entre risas, como hacían ahora. Luego Tere -de eso supe por la hemeroteca- apareció muerta en su cama, y aún en la actualidad el compañero Manolo se pregunta si alguna vez en su vida, aquella vez en Tenerife, copuló con un cadáver.