16 junio 2007

Inventando la reducción al Absurdo

En aquellos días decía yo a menudo que no soportaba la vida y que deseaba morir por encima de cualquier cosa.
E V-M


Las cosas no existen en función de que yo tampoco existo. Para la mayoría de las cosas no encuentro una correlación que las proporcione categoría de verdad, de objeto que existe y justifique algo. Entonces cómo decir que ese objeto está ahí, yo no puedo afirmarlo; esto sólo podrían hacerlo terceras personas a lo sumo, gente que consiguiera ver ese objeto y hacerlo suyo a través de un sentido. Ese sentido que yo soy incapaz de hallar, que siempre se resiste.
De esta forma quedan sepultadas bajo la nada millones de existencias y todo queda impregnado de absurdo y tiniebla. Todo está opaco y no se sabe para qué está. Ni pasado ni presente ni supuesto futuro existen, todo lo maneja una tercera persona, alguien que vea algo en toda esta insoportable confusión, pero alguien también que siempre está en silencio.