05 abril 2008

La Spiaggia (Invece #3)

Se fue siguiendo los pasos, aquellas pisadas que en la arena grabaron años antes y de las que ya ni la espuma de mar, ni siquiera unas babas salinas, algún rastro impregnaron. Ateniéndonos a los hechos, no podía ser de otra manera. En el paroxismo de su absurdo había consumido hasta las bengalas de emergencia tras tanta pirotecnia y artificio. Incluso había desestimado la pátina de una turbación ordinaria que bailoteaba en su rostro: lo había consumido todo en bombillas de colores y embustes. Un trueque feroz por su pragmatismo abyecto e irrefutable.
Y era una lástima, como se decía a menudo, y se quedaba contemplando la luminiscencia marina cuando la luz solar golpeaba desde lo alto.
No obstante, pese a no reconocer como suyas ni sus piernas, enfiló la imaginaria senda sin ayuda de prótesis más o menos sofisticadas, y sin exceso de soporte moral complementario. Absorbido como estaba de penumbra, sus colmillos eran carámbanos, sus dedos punzones, su cabeza el rompeolas. Por mucho que ahora quisiera explicar, no osaría de veras a insinuar ningún matiz exculpatorio. Sintetizar le vendría de maravilla, quizás fuera un paradigma de la síntesis. El paradigma también de varios conceptos más, ni uno solo memorable.
La playa deslumbraba con perfección de paso no errado, personas remojándose los pies en la orilla, alguien que jugaba con su perro, alguien que leía el diario de la tarde y unos cuantos más que caminaban con destinos y finalidades. Él se quiso unir al festín de la coherencia, comulgar con los ojos iridiscentes, sacarse las manos de los bolsillos o bien guardarlas: Acertar. O por un casual arremeter contra sí con la última mentira, el estertor patético y postrero del que se valdría pretendiendo coger aire, hacer acopio del engaño, probablemente por siempre jamás.
Se pasó la mano por la cabeza como para sacudirse esta última idea, consciente de su inutilidad. Miró profundo a la línea del horizonte, sosegado en aquel intervalo de segundos, de un minuto casi completo. Las palabras venían tibias pero tan precisas… Aunque negase al punto de caer muerto, Ella encontró algo mejor y Él, indefectiblemente, escogió algo peor.

2 Comments:

At 08:04, Anonymous Anónimo said...

no todo es epatar o "tratar de", si no los relatos se resienten

 
At 13:47, Blogger Guaje Merucu said...

Sr. Anónimo:

Eso se lo dirá usted a cualquiera

 

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