Vengan jipis, jijiji
Manuel tiene dos títulos, un Master, sabe tres idiomas, sin embargo en su currículum ni un solo trabajo decente, la vida es muy injusta. Manuel hace café y atiende el fuego, las patatas deben de estar a punto pero todavía falta un poco. Violeta va a salir del baño entre reflejos de un espejo que engalanan las compañeras de piso con notitas y que la vida es hermosa, sonríe por favor, etc. Violeta se acerca a la cocina para cenar junto a Manuel, una noche de resistencia por alguna buena causa les ha concedido intimidad en el piso compartido. Manuel y Violeta fuman marihuana, fuman hachís, beben vino barato con Casera, nada de cocacola, no están muy a favor del calimocho ni de entidades ésas de pijillos burgueses, qué sinvivir.
Hablan copiosamente: ese novísimo giro en la actualización del borrador de libro que Manuel está llevando a cabo ocupa espacio y las molestias de Violeta por ensamblar su presente y sus quehaceres con las inquietudes de aquél. El mentado borrador transfiere su conversación escrupulosa y colma una noche de viernes, lugar común del esparcimiento ajeno y postizo, ese dejarse llevar de modo exponencial, mientras que ellos discuten para extraer alguna conclusión efectiva, alguna migaja o aporte provechoso al texto que Manuel apuntala. Después, otro porro para llenar el silencio en el periodo característico que invariablemente aparece, posicionados cerca de unas velas que en verano no eran necesarias y del incienso que para qué hostias servirá, y que en esta madriguera es tan oportuno.
Manuel friega a continuación los platos y recoge después de tomar el café, Violeta pone un disco a volumen bajo, apenas como un hilo musical (el tráfico aun es perceptible con la ventana cerrada), y se acomoda en el sillón. Él acude a los pocos minutos y siguen con el debate. Ahora se centran en otras cuestiones: ya se sabe, qué se puede hacer aquí.
Es el momento de acostarse, por supuesto a dormir, si bien Manuel ya sobrelleva una erección de caballo, una mano aquí o allá, mire usté, y cómo verbalizarlo porque ponerlo de manifiesto podría ser tachado ferozmente de machista como mínimo. Le cuesta un mundo a Manuel transmitir el mensaje, la palabra tan utilizada por la chusma a la que pertenecen -y que niegan- no les corresponde. No obstante esa cama sin hacer en quince días se alisa y les acopla en el tran tran ventajoso, y luego ya cambian las tornas, Don Manuel, pues durante las siguientes horas a usted le visita el sueño y después la vigilia.
Y colocar un post-it en la estantería deseándole a Violeta buenos días, y joder con el plato de la ducha, ya podían fregarlo; aunque bueno, mañana es sábado y pasaré por casa de Marta, hay una reunión de no se qué colectivo que nos tendrá un rato ocupados, pero cuando termine ese coñazo nos quedaremos a solas y cenaremos y fumaremos y beberemos y pondremos música y nos iremos los dos juntos a dormir.
5 Comments:
¡Qué trabajazo ser jipi!!!!, con lo bien que se está sin ser casi ná...jeje
Depende de los jipis, hay bastantes de Visa Oro, ésos no lo tienen tan difícil :-D
Los guay..de esos hay muchos...¡si yo te contara!!!..yo me sigo quedando con hacer casi ná ( y por supuesto sin visa..ni oro), que para eso es domingo....y mañana a currar...lujo entre los lujos...
Besos desde Castellón
Yo me apuntaría a la filosofía de los jipis Visa Oro, hacer na de na aunque parezca lo contrario
Oh.A mí me vuelve loca la historia de Manuel y Violeta, tan Opera Prima. Ser jipipij también tiene su gracia, a mí me gustaría.
Besos
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