18 enero 2010

Siempre que quiera (IV)



Día de Reyes y el carné de conducir como una corriente de viento.
Ahí estás, o lo que queda de ti, me dice.
Oh sí, claro que sí, vivo entre la expectación y la muerte, ironizo. Pues bien, a ver cómo me explicas entonces eso que me vas contando, prosigo, porque los muros de esta ciudad son altos y la llave la hemos echado al agua.
Ganaré todas las calles, escalaré todas las montañas, me sumergiré en todos los mares.
No es fácil dar conmigo, podrías preguntar a los barrenderos y el goteo de la insensatez alumbrará tus pasos.
Tengo coche nuevo, ahora sólo me falta aprobar el examen.
Me llevarás contigo.
Claro que sí. Iré a buscarte.
Me sacarás de esta ciudad.
Eso está hecho.
Redunda. Ella siempre es redundante. Yo siempre soy hiperbólico.
(Y quiero que lo entienda hasta el infinito: ya no soy inmortal. Sin embargo a menudo estos desmanes, este caer de bruces que parecen sugerir que yo ambiciono manifestar lo contrario.)
El mundo es un pañuelo, observa.
(Silencio).
Por qué no hablas…
(Silencio).
Estoy delante del ordenador. Tecleo: I’m back. Me rompo por fuera.
Claridades y colores la bañan. Rayos y centellas despeñan mis cicatrices.
Hay un balón, hay un niño. Ella prolonga su viaje, pasa de largo.
Mientras tanto, un pelotón de sirenas asola la ciudad.

1 Comments:

At 09:11, Anonymous Anónimo said...

Claro q sí.
Genial.
Abrazo
eva

 

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