19 enero 2010

Cielo gris



Ahora estoy seguro de que no es lo mismo este lunes después de tropecientos domingos. Y todo aquello que se esfumó en un suspiro y una conversación, en subrayar y vincular las horas, en ese aflojar de músculos y cerrar de párpados, en la tez que pierde el color con caricias desoladoras, en el embudo estúpido y la amargura, en la piel que habrá que mudar -quizá como una restañadura de vidrio y cemento-, habrá instrumentado certeramente aquellos incontables lunes una vez me haya inmiscuido en conversaciones que concluyan con…, que concluyan sin más porque yo no soy capaz a seguirlas, y luego vendrá el martes inexpugnable y sin coartadas, me arruinaré dentro de aquel magma, de la atmósfera que reinará como un clamor durante todos los días en que presumiblemente dura una semana.