24 julio 2006

Languidez

Espina dorsal extremadamente recta, sustentado el cuerpo por el diván que ya amarillea, escena en penumbra. Tejidos color anestesia, corcho en el paladar, labios agrietados. La tarde es sólo un rumor que fluye en la lejanía, la vida se encuentra siempre en cualquier otra parte.
Monótono tictac del reloj, rítmico estandarte del tedio, único corazón (si bien sin forma de corazón) que allí aguarda. Frigorífico zumbante que escupe una melodía grosera, una perfecta coreografía del vacío.
Libros apilados, páginas rotas, historias que son tu historia y que ya no recuerdas.
Cenicero atiborrado de cigarros consumidos y pedazos de cerillas; un mechero vacío a su lado.
Sábanas arrugadas, agotadas, enmarañadas: nunca quiso venir, aunque tampoco se lo preguntaste.
Un disco que da vueltas y vueltas, se reproduce a volumen muy bajo y no le prestas atención. Huellas y restos de ti por toda la casa: ropa sin recoger, cacharros por fregar.
El peso de toda la tarde por descender, el cuento por escribir.
Entumecido como un muerto recién muerto, como un muerto más que antiguo.

1 Comments:

At 21:37, Blogger evamaring said...

Hace mucho, mucho tiempo que no tropezaba con alguien que escribiera tan bien.

 

Publicar un comentario

<< Home