08 julio 2006

Un mundo de gente incompleta

Sé tú mismo
repetimos una y otra vez
pero para ser yo mismo
¿cómo tengo que ser?
¿Tengo que usar las manos
o puedo usar los pies?
Tendré que ser más claro
si lo hago: ¿quién me va a entender?

"Un mundo de gente incompleta", Los Planetas, Una semana en el motor de un autobús.


Siguiendo el consejo que encontré en un antiguo artículo de Enrique Vila-Matas, emprendí la lectura de No mires debajo de la cama, libro de Juan José Millás y lo devoré enseguida, hasta el punto de quedarme más que impresionado al terminarlo. Si tenemos en cuenta que guardaba más de un prejuicio hacia Millás por considerarlo -sin base alguna, razono ahora- poco auténtico, cobrá más aún el valor de mi opinión hacia esta gran novela. De manera que, pese a gustarme sus columnas periodísticas (aparte de por su firme crítica hacia el Partido Popular -con la que siempre estoy de acuerdo esté o no justificada-, sobre todo por su estilo, su mundo/universo particular y su manera de expresarse), siempre tenía más consistencia el prejuicio que cito líneas atrás y no acababa nunca de abrir con convicción uno de sus libros y enfrentarme a ellos como es debido.
En este caso, al igual que apunta Vila-Matas y uno de los personajes de la novela, poco después de comenzarla me caí dentro de ella, así que no pude soltarla hasta llegar a su desasosegante última página presa de la fascinación, el desconcierto y una sensación muy emparejada con el miedo. Y también con muchas, muchas preguntas en la cabeza y dudas, demasiadas dudas más.
Por la novela circulan los personajes de una juez y un forense, un callista y una masajista girando alrededor de un libro de mismo título, No mires debajo de la cama, y también los personajes más sorprendentes, los zapatos, que cobran vida y protagonizan de forma más que inquietante todo el relato. Si dejo a un lado la interesante mención de Vila-Matas cuando habla en su artículo de "la lógica de los túneles" (apoyado en un relato de Cortázar por ocupar el metro madrileño un papel importante dentro de la historia), yo me quedaría con ese mundo entre lo real e irreal, lo animado e inanimado, la simetría y asimetría entre parejas y personas y la incomunicación, aparte de miedos, monstruos o fantasmas que pululan por toda la novela acechando con tenacidad incluso al lector, dejándolo sin aliento y desamparado, desnudo ante sí mismo.
Otro punto a destacar por Vila-Matas y que a mí me encanta es la atrayente fijación por los detalles pequeños, lo banal, y cita a Perec (uno de los motores de este blog): "lo que pasa cuando no pasa nada, sólo el tiempo, la gente, las nubes".
Y todo ello en el marco de un armazón perfecto con el perfecto contenido de una escritura muy bien hilvanada, un relleno de lujo que nos transporta tan dentro de la historia que corremos el riesgo de no poder salir de ella. Todo lo que a mí, sencillamente, me mantuvo atrapado, con la fuerza de esos insignificantes objetos que observan a la realidad desde esta novela. Con la certeza de que cada día que pasa todo es menos cierto y que los temores de la infancia no se van de una manera tan sencilla como pensábamos al hacernos mayores.

5 Comments:

At 12:07, Anonymous Anónimo said...

Me quedo casi sin palabras ante este despliegue erudito, yo que sólo veo furgol y escucho opáviaséun corrá.....

Sólo comentar un par de cosas sobre Juanjo, Millás. Cuando vivía en Oviedo disfrutaba de sus columnas en "la nueva", lo que me llevó a visitar la biblioteca en pos de alguna novela suya, Tonto, Muerto, Bastardo e Invisible era el nombre de la elegida, un pestiño infumable y pedante.

No le he vuelto a dar ninguna oportunidad como novelista, en columnas mientras no hable de política sigue pareciéndome muy bueno. Cuando se dedica a dar caña al pepe, más allá de que tenga o no tenga razón, parece que contrate a un "negro", de no más de doce años y con escaso dominio de la lengua española o castellana, apto para adictos.

 
At 09:22, Blogger El Brujo said...

Jamás me plantearía leer un libro de Millás. Tiene alguna columna que está bien, pero, precisamente por eso, no me apetece leer nada suyo. Cuando un escritor se mete a "opinador" (y está en su derecho, desde luego) pierde la autenticidad, que dice el Guaje.

 
At 12:54, Blogger Guaje Merucu said...

Kike: La influencia en mí de Vila-Matas es superior a todo -me temo, de ahí mis alabanzas- supongo que intentaré leer otra de las obras de J.J. Millás por su sugerente título: "La soledad era esto", aunque cierto recelo persiste. Me acuerdo de que me comentaste en su día tus intentos por leer a Juanjo. "No mires debajo de la cama" está muy bien.
Sobre la supuesta erudicción, como escribí en tu blog (se dará cuenta El Brujo de dónde me inspiró la frase), debe ser que me aburro demasiado ;-)

Brujo: lo de autenticidad tenía algo de coña, algo de verdad e iba por donde tú vas...
En cualquier caso, creo que a ti te gustaría esta novela. Al menos ésta sí.

 
At 15:19, Anonymous Anónimo said...

Vaya con el Merucu, próximo académico de la lengua, menudo neologismo se ha sacado de la manga sin darse importancia, "erudicción", sería algo así como "corrección y sabiduría en cada palabra enunciada", grande!.

Quizás influido por la manía al personaje tras escucharle en la radio, pero desde que lo oí ,"La Soledad era Esto" me pareció un título de novela rosa, no me sugiere casi nada.

Podría intentar leer tan recomendada novela, pero entre blog y blog no sé de dónde sacar el tiempo.

 
At 16:52, Blogger Guaje Merucu said...

:-)

 

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