08 agosto 2006

Amigo mío, sólo tú encuentras leña

Una conversación telefónica con una compañera. Un día cualquiera, una temática variada: por ejemplo música de los 80, dinosaurios del rock, la isla de Ibiza. Mi compañera me cuenta su experiencia en Ibiza, un viaje que hizo con su padre a una casi tierna edad, deduzco por lo que me relata: hordas de italianos acosándola. Pese a la presencia del progenitor, una figura que debería imponer cuanto menos respeto, no hay nada que hacer: los de la península itálica se empecinan en entrar a la chica con variadas artes, a cada cual más zafia. "¿Cuántos años creéis que tiene?", se defendía el padre. Ella me lo cuenta entre risas y mantiene que conocer Ibiza merece la pena. Me dice: "Me lo pasé genial, y mira que estuve con mi padre". Añade: "Tienes que ir a Ibiza". Seguimos hablando, yo opino que uno se puede dejar allí mucho dinero, neuronas aparte, que de momento no puedo, que... De pronto, se oye a una persona de su oficina cantando, se mete algo parecido a una melodía en mi auricular y en la conversación. Es su compañera: ¡lo que hace el aburrimiento! Imagino que no están con clientes, aunque no me atrevo a asegurarlo, no pondría la mano en el fuego por nadie, y más conociendo a su compañera A. Me entra la risa, le pregunto: "¿Pero qué pasa ahí?". "Nada, es A., que está cantando 'amigo mío sólo tú encuentras leña', la canción del anuncio", me responde, y suelta una carcajada. "Ah, vale, es que escuché algo que no sabía bien qué era y estaba flipando", le digo. "¡Que se te oye!", le advierte a su compañera, y, nítidamente, la voz de A. responde, sentenciosa: "Es lo que hay".

Es lo que hay
Digas lo que digas, pienses lo que pienses, me voy a volver a encariñar con ésa o más facilidad si cabe, y me volveré a emborrachar sin control las veces que haga falta, las que me apetezca, como en la canción, siempre como en la canción, y aunque la canción sea un pastel, yo también soy un pastel, y va todo a pasar mil y una veces, lo mires por donde lo mires, igual que ocurrió y ocurre siempre, y sé que perderé como sucede siempre, porque siempre me toca perder, y me va a resbalar, porque voy a hacer lo que yo quiera, porque, a fin de cuentas, es lo que hay.