Zig zag
La salvación se concentra en la autopista de no salvarse, en la de desaparecer por acción propia, por la vía rápida. Todas las letras unidas, el cine, las canciones. Si todo eso es inútil, si la calma, la hora del descanso tenía que haber cabido mucho tiempo antes. Te dije sin embargo aquello que debía haber dicho primero, hace varios meses. Aún sostenía un vaso en la mano cuando hablaba. Subiste en el taxi que yo mismo pedí con una llamada apresurada. Incluso yo mismo sostuve la puerta y la cerré con suavidad.
Me había preguntado en demasiadas ocasiones si me recordarías, si sentirías algo por mí al recibir la noticia, si vendrías a mi funeral. Me evaporé con tanta sencillez…; fue un deslizarse claro, una voluta de humo. Si hasta puedo acordarme de tus últimas carcajadas, de las prisas por abrazarnos. Se insertó una pieza detrás de la otra dejando no obstante el rompecabezas irresoluto. Quién más se iba a parar a pensar y hacer memoria, si no era yo.
Quién podía ser más estúpido.
Perdía mucho el tiempo. Siempre me lo reproché y me hice la pregunta pero pasaban los años y esa mala costumbre no había desaparecido. Otras veces las prisas, una especie de ansiedad por exprimir los segundos, que de ordinario eran horribles. A menudo la vuelta de tuerca, la búsqueda imposible de tu risa, pues solo aparecía con cuentagotas. Si hablaba me pasaba de largo, si callaba nunca llegaba. Cuál era la receta, el vínculo con lo desconocido; dónde se accionaba el interruptor.
Bebía en cantidades desmesuradas. Lo que comenzó siendo algo así como una travesura, un no perder el tren, el ritmo que se marca con exactitud, derivó en un problema. Luego las consecuencias traerían la agitación exponencialmente superior a la inicial, la paranoia, el vértigo, el sentirse acosado, odiado, despreciado incluso. Aun de este modo, necesitaba cada vez más, se tornaban inservibles el tiempo, el espacio, las convenciones y concepciones.
El trillar por el campo trillado.
No estaba hecho para el mundo. Me tiraba tardes enteras en el parque, dejando que entrara la noche, que sólo se quedaran a mi lado las luces minúsculas y los sonidos tenues del viento o de los pájaros. Veía pasar a mucha gente delante de mis ojos, captaba algunas frases de su conversación ajenas por completo a cualquier entendimiento por mi parte. Especulaba con algunos retoques improbables que ahora reconozco como verdaderamente imposibles.
Fue la última vez que estuvimos juntos. Un día de la semana pasada: con aires de fiesta, con regalos, con cumplidos, con vino, con whisky, con ron, con orujo, con cerveza, con cigarrillos, con chocolate, con caramelos, con chistes, con historias, con música, con abrazos, con besos, con caricias, con relativas ilusiones idiotas y con autobuses que parecen romperse en dos, como si una gran sierra eléctrica los sesgara transversalmente, dejando en apariencia a todo el mundo a salvo.
2 Comments:
Genial.De lo mejor del año.
Yo no diría tanto, porque aparte de repetirme..., jeje.
Gracias
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