Irse
Recién llegado y ya estoy de regreso, todo es un tránsito parecido a un viaje constante de sólo ida, aunque en las palabras previas haya mencionado el término regreso. Es todo como un no estar, ni siquiera en los lugares donde supuestamente uno establece su residencia. La maleta en el recibidor es el más eficiente de los símbolos, contra esto no hay antídoto ni disimulo. Late. (Es como si).
Resurrección en días de verano
Hay que establecer unas pautas de actuación, un proceso con el fin de reconstruirse, gestos tan sencillos como los de cualquier ordinario amanecer: un desayuno, una ducha, un afeitado concienzudo, un vistazo a la prensa, una sonrisa y un correcto “buenos días” a algún vecino… Todo con el objeto de despegarse de la resaca después de un agitado sábado noche.
Pues sí, allí en la Calleja hubo reencuentro, y antes de reunirme con todos, con el colmado “barco de colegas”, me sirvieron en la barra un necesario gin-tonic. En la planta de abajo más caras conocidas, más afortunados reencuentros, fugaces conversaciones, música para sonreír (no vamos a sonreír sólo con la bebida).
Y un comentario hacia Beat Xavi al sonar “Días de verano” de Amaral provocado por el Sr. Chihiro.
Cartón cubierto por cartón
Montones de anécdotas, fotografías hechas por el móvil como aderezos para las historias de tantas noches sin mi presencia. La entrañable historia de una vuelta a casa con Chihiro y Beat como protagonistas, enésimo impagable momento que este último nos regala, y una imagen para el rememorar u olvidar, según se mire: la de Beat ataviado con un cartón a modo de sombrero, tal vez una bolsa de papel, pero yo me quedé con la palabra cartón e hice un chiste sobre mí (poco original e ingenioso, claro).
Nunca he sentido igual una derrota
A Suarón le mencioné en La Bola de Cristal el arranque del disco en directo de Fito y Fitipaldis con la canción “Quiero beber hasta perder el control”, y me reí diciéndole que qué típico me parecía ese tema para el Sr. Fito. Pero Suarón me advirtió de que no era una canción de Fito, sino de otro tipo que había aparecido años atrás muerto en un portal de Madrid a causa de una sobredosis de heroína. Dado nuestro estado tardamos un buen rato en percatarnos de que la canción era de Los Secretos. Nos lo confirmó Chako y añadió el título del disco, que ahora no recuerdo.
Una niña de ojos verdes y un ingeniero
Ya en el Diario Roma, finiquitando la noche, una mujer casada se quedó profundamente hechizada por los ojos verdes de Suarón. Algo añadió de mis ojos coloreados de un vulgar tono marrón, pero como los suyos eran también marrones, dijo que los de este color eran los más hermosos. Poco después apareció su marido y conversamos con él, este matrimonio iba un poco ebrio, hasta el punto de que la mujer llegó a preguntarme incluso que si trabajaba de ingeniero en Sebastopol.
La pescadería
Emprendí entre medias el duro ascenso al peculiar baño del Diario Roma. Allí orinaban dos chicos. Uno de ellos preguntó la hora. “Las seis de la mañana” dijimos al unísono el otro y yo. “Joder”, contestó éste, “ya está todo chapado”. “¿Dónde se puede ir?”, solté por informarme. “Ahora pal Cristo tío, está de puta madre, con bares que abren dende les seis hasta les siete de la tarde, van p’allá les putes y too, ye como una pescadería, almeja fresca, el que nun folla ye porque nun quier”.
Factotum
Queda poso de las lecturas a cierta tierna edad de Charles Bukowski, de eso no hay duda. Cosa distinta es que ya no le encuentre la gracia de antaño y que ahora prefiera otros entretenimientos literarios, desabrochar el corsé bukowskiano, cuya virtud y tumba principal residen en la sencillez de estilo. Poco lugar para el juego, por desgracia.
Como recientemente se produjo el estreno de la película Factotum, Suarón quiso ver en una escena del bar algo relacionado con la historia y con el personaje de Henry Chinaski. Tengo que ver la película.
Cuestiones revolucionarias, justicia social
Emulando a Chihiro y Beat, a sus desayunos ligeros, frugales a base de hamburguesa, fritanga, salsa de mostaza, ketchup y salsa brava increíblemente picante, nos metimos en el bar de un cubano que está frente al Museo de Bellas Artes, junto a la catedral. Se produjo un debate estéril en un local desabastecido de Tropicola y un exceso más. Suarón y el Guaje Merucu mano a mano. Después, más palabras perdidas.
Final del cuento por hoy.
2 Comments:
Nuevos remakes que tovía conservan la gracia de los originales.
Fdo.Suarón resaca
Puedo visualizar claramente esas escenas ovetenses... ¿Sigue la placa de la calle AC DC en las escaleras del baño del Diario Roma?...
Por cierto, ¿podéis entrar en la voz del mono? Yo no puedo...
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