08 septiembre 2006

Centro Comercial

Los hombres del pueblo -yo no- se encaraman junto a la barandilla que circunda la piscina del interior del centro comercial. En ella, como una sirena, entrena la que podría ser futura campeona de España de estilo libre. No acierto a comprender el lugar que ha escogido para su preparación, el exiguo habitáculo que en realidad es esa piscina, con un tamaño a medio camino entre una bañera y un jacuzzi. De modo que nuestra deportista se afana por definir sus movimientos, hacerlos más precisos, pulir su estilo, exprimirse al máximo para llegar a lo más alto. Y ser portada algún día del Marca, por supuesto. Aun así, si bien me tomo la molestia de entender la escena y el escenario, el ver a esa nadadora chapoteando como si sufriera el ataque de un millar de pirañas deviene en rareza, extravagancia, misterio, incógnita, secreto.
Me doy un garbeo por entre los estantes que rebosan cantidad de productos que nos susurran con vocablos estimulantes: cómprame y consúmeme, llévame contigo. En cierto punto llegan a gemir de auténtico placer, y eso que hacemos oídos sordos a sus proposiciones. Yo sólo estoy pendiente de los seguratas, de su situación y de sus ocupaciones, como hurgarse la nariz o toquetearse sus partes con las manos metidas en los bolsos. Es obvio que no me preocupan lo más mínimo sus artes para hacer más soportable el paso del tiempo, estoy más pendiente de que su despiste sea lo suficientemente profundo como para que yo pueda echar mano a cualquier objeto que tenga adherido una etiqueta con un precio marcado, la simple delectación por faltar al principio esencial de la honradez.
Así que deduzco que en el momento en que se va la luz, en que un oportuno apagón nos trae la noche con alma de metáfora, surge la señal, el pistoletazo de salida para atiborrarse los bolsillos de la gabardina. Pero de pronto comienza a sonar una festiva sintonía por los altavoces y toda la gente se engancha y compone el clásico tren de bodas y verbenas, congas de Jalisco y similares y yo no voy a ser menos, quién quiere entonces robar. Con la corbata ya en la frente me asocio con la clientela y me recreo meditando que debería haber prestado más atención a lo lúdico en esta vida, que tantas horas de oficina y luces tenues de flexo no consiguieron extraer de mí más que amargura y un pertinaz dolor de espalda, ése que ahora me impide liberarme por completo y deleitarme como hubiera deseado bajo el confeti y las serpentinas que caen encima nuestro.
Como colofón, una felicidad que arrastra a otra aún superior, pues al girarme con el propósito de conocer a la persona que se sujeta con delicadeza a mi cintura, me extasío con la visión de la actriz Ingrid Rubio, la misma actriz que declaré como mi musa incondicional el día que inicié mi fugaz carrera de director de cine, una senda con destino al estrellato que finalizó en fracaso total, extremo que bien poco me importa con ella perfectamente unida a mí en estos momentos.
A la altura de la máquina de palomitas nos desenganchamos de la muchedumbre hechizados, nos aproximamos siguiendo el característico sonido del maíz reventando y yo reviento el cristal con un limpio puñetazo, me destrozo los nudillos, gruño, me armo de valor y relleno dos cucuruchos con palomitas recién hechas. Le tiendo a Ingrid uno, le ofrezco una sonrisa bien correspondida, me besa la mano que tiembla todavía, con un gesto me señala un lugar para sentarnos. Y eso hacemos, colocados muy juntos, uno al lado del otro, como debe de ser.

7 Comments:

At 13:34, Blogger gorki75 said...

¡Cuánto talento desperdiciado! tienen que date una columna en "La Voz de Colemnar"(si ye que existe) ¡ya!

Esti personaje se parez al de los libros de Daniel Pennac

 
At 13:36, Blogger gorki75 said...

Por cierto ¿quién ye Ingrid Rubio? suéname el nombre pero nun caigo...ayer tuvimos hablando de ello Suarón, Sílfide, Diego, Lucho y yo pero ninguno se acordaba de una película suya. Resuélvenos la duda

 
At 21:40, Blogger kikeconk said...

Ingrid Rubio: Taxi, El Faro del Sur, Todas las Azafatas van al Cielo.
Rubia, guapa, cara de no haber roto un plato.

Me voy de fiesta.

 
At 22:29, Blogger David Suárez Suarón said...

Nun vi ninguna. Habrá que vela a ver si me inspira también

 
At 09:33, Blogger Guaje Merucu said...

"Cara de no haber roto un plato".

Kike dando en el clavo, sí.

 
At 09:34, Blogger Guaje Merucu said...

Gorki: a Daniel Pennac sólo lo conozco por el nombre, nunca lo leí. Tendré que hacerlo.

Lo del talento, jejeje...

 
At 15:42, Blogger gorki75 said...

Lo del talento diba en serio, aunque la expresión suene paródica. Los de Daniel Pennac son muy buenos, tienen un humor muy peculiar, "El hada Carabina" "La felicidad de los Ogros" y "El señor Malaussene" son muy recomendables, es un tipo muy original de novela negra, si puedes lee alguno.

 

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