Perpetuación de la Agonía
Confieso que en una noche de mayo realicé una declaración errónea. A nadie debe de extrañar que en una página en la que para acceder a ella es preciso teclear tres veces la palabra mistake (y en plural) abunden los errores. Sin embargo considero un acierto lo que anotaré en las líneas que siguen, mi intención de alinearme más que nunca en el bando de la agonía. Y eso pese a lo que dije en esa noche de pensamientos más que dispersos, de ideas en exceso desencaminadas para un sábado de mayo que podría haber sido aún más infame: “Se acabó la agonía”, anuncié, y le di otro trago al White Label con hielo que contenía mi vaso de plástico. Este detalle me recuerda a otra frase pronunciada de inmediato y totalmente en balde para justificar el porqué de mi elección de esa bebida: “Mucho alcohol y poco líquido”, quedándome enseguida tan ancho, fingiéndome fabricante de sentencias o aforismos luminosos. Vamos, haciendo en consecuencia el panoli, que es el puerto donde siempre atraco, el trono en que de continuo soy coronado.
En fin, que cuando expresé tan alta sentencia con el propósito de escapar de la agonía no caí en la cuenta de un detalle relevante, algo que no aprecié y que por otro lado es muy elemental, más aun si se padece de la más atroz y continua de las agonías, y es que la devastadora agonía precede a la muerte, y que si yo me quería desasir de la agonía, irremediablemente caería presa de las garras de la Sra. Muerte. A continuación me dije que todos los ríos terminan en el mar y que también sabemos lo que significan estas viejas palabras, qué mensaje transmiten, porque en la antigüedad ya estaba todo dicho por mucho que nos creamos y garabateemos y ladremos denotando únicamente ignorancia, soberbia, esnobismo y algunos -ismos más.
Enredado en estas reflexiones las alarmas se accionaron con intensidad al recordar a figuras como Francisco Franco, uno de los ejemplos en los que la agonía que con él nos vendían era una maniobra de distracción y un no reconocimiento de que ese hombre no agonizaba sino que en realidad ya estaba muerto. Como es lógico suponer me sacudió un espasmo de terror imaginando que quizás su caso y el mío formaran causa común, que yo en realidad estuviera ya muerto y que todo el dislate que conformaban mis acciones, no acciones, escritos, discursos, silencios, etc. no fueran otra cosa que una cortina de humo, la tinta del calamar, el certificado de mi muerte, a pesar de la ausencia de médicos, forenses, jueces, notarios o la prueba del espejo que se menciona en Luces de Bohemia.
En consecuencia, en la mejor o peor de las hipótesis, irremediablemente, me vería abocado a un cruel callejón sin salida, a deslizarme hacia el abismo que se cebaría con Peter Freuchen en su expedición al Ártico.
Esta mañana me he cruzado un día más con D. Francisco Franco atravesando una pequeña plaza de la ciudad. Un día más no me ha quitado la vista de encima con su mirada enigmática. Sus ojos me han seguido antes, durante y quizás después de habernos cruzado. El pánico -confieso- fue tan poderoso que me ha impedido girarme para atestiguarlo.
Iglú
Se sentía como Peter Freuchen
en la expedición que hizo al Ártico:
sorprendido por una larga tormenta de nieve
decidió construir un iglú
para guarecerse en su interior
pero una vez dentro se percató con horror
de que su propio aliento
se congelaba en las paredes
y éstas se hacían más y más gruesas
hasta no tener sitio para su propio cuerpo
Su refugio se convertía en su tumba
Si respiraba, moriría sin remedio
Si no respiraba, moriría igualmente
Sagarroi
6 Comments:
vitalismo en estado puro.
sabio artículo pero la muerte no es nada así que es mejor que la agonía que es negativa. En matemáticas 0 es mayor que -10.
Fdo. Suarón el pitagorín
¿Cómo te apañas, sabio Pitagorín, para tener cuenta en blogger y firmar siempre como anónimo?
craso error pensar que más es simpre mejor. Y además en este caso lo que cuenta es el valor absoluto en el que algo siempre será mais que nada
Suaronón eso de que la muerte nun ye nada vete a deci-ylo a los que tan morriendo... esa ye la verdadera agonía la lucha entre la vida y la muerte. En griego moderno "Agonas" ye juego,partido,combate... nada que ver con el matiz "moneril" ,je,je
Soy existencialista Don Gato, que decía aquel...
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