11 septiembre 2006

Languidez # 4

Tu mirada se centra en la solitaria silla. Delante de la puerta, separada unos centímetros del pomo, parece aguardar por una orden para ser investida con una función, ofrecerle al mundo un motivo, una justificación de su existir. Pero si su esencia es la de ser utilizada como asiento, te resulta lastimoso contemplarla tan vacía y además percibir que está fabricada con tan poco gusto, impidiendo por tanto su empleo para estrictos usos ornamentales.
El tabaco continúa siendo tu aliado por mucho que los legisladores se empeñen, prosigues con el rito de encender y consumir un cigarrillo tras otro, bebes de una lata de cerveza. Lento, suave.
Tu idea es liberarte de las voces de afuera, de la palabrería insulsa de los jóvenes, del horror vacui que esputan sus teléfonos móviles con la música del momento: Shakira y el insufrible Alejandro Sanz, La Oreja de Van Gogh, El Canto del Loco… Estás ya muy harto de tanta mascarada e impostura, de tanta demagogia repelente.
Quieres meterte en un tren o un autobús, cerrar los ojos.
Los cierras y no te engañas, eres consciente de que te eternizas en el mismo sitio, que no te has movido apenas unos centímetros, y sumas y sigues.
No te planteas preguntas, pasas por alto esa clase de preguntas que por su propia naturaleza carecen de respuesta. Te sientes incapaz de aseverar nada, no apostarías por un enunciado de tu cosecha particular.
Tampoco por un gesto.
Y en medio de todo esto captas por sorpresa una voz infantil y un pedazo de frase: “…una personita de nada”, dice en tono afligido. “Me aburro”, lloriquea. Después, viene una espeluznante pausa seguida de una conclusión aún más terrible: “No quiero vivir, para qué habré nacido... La vida es un aburrimiento.”

1 Comments:

At 18:25, Blogger David Suárez Suarón said...

El pasar de la vida como ginebra de garrafa de garrafa que dijo no me acuerdo que poeta

 

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