23 octubre 2006

Usted no sabe hacer cola

Antes de lo imaginable advierto, trémulo, que voy a petar

Si bien no lo juzgarán verosímil, es una realidad: No me desplomó la tristeza. Tenía la ciudad a mis pies y no era dueño de nada. La música gimoteaba al pulsar las cuerdas de una guitarra, las notas boicoteaban los corsés. Tres perros corrían por la plaza, ajenos. La cruz de piedra sostenía mi cada vez más exhausto cuerpo. No pensaba en sufrimientos ni en angustias. No era la hora de pensar. No se concebía el tópico, el cliché. Tan pronto como se deshaga el adoquinado del monte comenzará la contienda. Sé que volaré como un pájaro. No, más veloz que un pájaro: Lo haré sin alas. De súbito la ciudad será mía en el sentido literal. Yo seré la ciudad.
Ya sólo aúlla en suspenso el pálpito ulterior.