24 junio 2008

Grégoire Simpson (2)

Vino después la época de los grandes paseos por París. Marchaba a la deriva, caminaba al azar, se sumía en los tumultos de las salidas de oficinas. Pasaba por delante de todos los escaparates, entraba en todas las exposiciones de arte, cruzaba lentamente todas las galerías comerciales del distrito nuevo, se detenía en todos los comercios. Miraba con la misma atención las cómodas rústicas de las tiendas de muebles, los pies de cama y los muelles de las colchonerías, las coronas artificiales de las pompas fúnebres, las barras para visillos de las mercerías, los naipes "eróticos" con fulanas supertetudas de las tiendas de novedades (Mann sprich deutche, English speaken), las fotos amarillentas de un retratista: un chaval con cara de luna llena y traje marinero de confección, un chico feo con gorro de grillo, un adolescente de nariz chata, un hombre de cara de bulldog junto a un coche estrepitosamente nuevo; la catedral de Chartres en manteca de cerdo de una salchichería; las tarjetas de visita humorísticas de las tiendas de trucos y bromas, las tarjetas de visita descoloridas, los modelos de membretes, los recordatorios de las imprentas.
A veces se imponía tareas ridículas, como contar los restaurantes rusos del distrito XVII y combinar un itinerario que los reuniera todos sin cruzarse nunca, pero las más de las veces elegía un objetivo irrisorio -el banco que hacía ciento cuarenta y siete, el paso ocho mil doscientos treinta y siete- y permanecía algunas horas sentado en un banco de listones verdes con patas de hierro colado esculpidas en forma de zarpas de león, cerca de Denfert-Rochereau o de Château-Landon. O se quedaba tieso como una estatua frente a un almacén de material para escaparates que exhibía en el suyo no sólo maniquíes de talle de avispa y estuches que no estuchaban nada, sino toda una gama de carteles, etiquetas y letreros que miraba durante minutos enteros como si no acabara de darle vueltas a la paradoja lógica inherente a aquel tipo de escaparate.

Georges Perec, La vida instrucciones de uso