La línea de hielo
Después de atravesar rostros, transido en los espejos y en las cristaleras, pongo el contador a cero. He visto demasiado, ya es suficiente, el pijama cansado y el olor a sudor son prescindibles. Los rincones son rastros de última vez, de quien dejaba retales con la precisión de lo que no volvería.
Empecé a comprender lo de la línea de hielo, era tan imperceptible que al principio me costó lo suyo, como superpoderes y enigmas que, si bien inapreciables, intangibles, no podían traspasarse. Una vez arrasada la piel en jirones se hizo más sencillo entender. La mosca lo sabe de memoria cuando la araña aparece desde una esquina. La memoria luego no dura ni un suspiro.
Chárara lo llamé al principio, mas a qué distancia de planetas y satélites. Es decir, que no me creía una palabra, escepticismo de noche de sábado que te arrea el domingo. Y más aun el lunes, cuando lo único que cualquiera escogería sería estar fuera del cuerpo, sobre todo lejos del pensamiento.
De repente puede llegar la línea de hielo, me advertiste, y me quedé como quien oye llover.
Con las ganas de atravesar las paredes empieza a macerar el entendimiento.
2 Comments:
Qué dolor tan de acero...con lo verano q es...me gusta, aunque me escueza.Besos despiertos
eva
Interesante lo de la línea de hielo
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