09 enero 2009

Momento previo

Es lo que nadie desea. Es el taladro en la sien cuando persigue cucarachas. Previamente la prueba de colgar un cuadro. En vano. Más que previo, era el momento previo, el intervalo transitorio en que nos encontraríamos en el ascensor. Ajuste de cuentas, tu frase favorita. Cagüendios, me cago en tu puta madre. Llegaste a la puerta. Firme una mira, el desenlace que todos esperábamos. Los hay malnacidos, de Black&Decker en mano diestra. A martillazos te sacaba. Ésos de las 00:18 horas, con más martillazos de los que podrías figurar. Pero ahora no. Es el momento de la charla pendiente. Un vistazo al buzón como escupirle a una cobra. Opresión pese a ti. Tus tentativas ridículas. El dilatarse de una sombra. Hombre de la mancha verde. Ché, vamos a tomar, hagamos una elipse. Campari, güisqui, olivas, limón, hielo. Tres piedras. En el camino. El albor de separarse. No te marches, compañero. Me esperan al pie del ascensor. Un hombre tiene que enfrentarse. A qué. Deja de darle al trago, hermano. ¿Ahora? ¿Qué voy a hacer? Sube las escaleras. Subo. Anda, desanda, anda el camino, te aguardan. A qué precio. Todos somos baratos. Bien, te haré caso. No olvides que soy detective, te sacaré de ésta. ¿Y si no salgo? Haré un preciso informe, sin cabos por atar. Qué consuelo. Déle pues. Le doy, sin atinar con la llave en la cerradura. Qué cerradura, te dice su saber. La de la puerta, descerebrado. No me repitas eso; con lo que tienes por delante…, igual me quedo descojonándome un par de años. Por delante, intento dar el segundo paso; ahora entiendo lo de la cerradura: no es nada distinguido. Loco me encamino como un maniquí. Nula velocidad, mi tercer paso llega a la Historia. Bonita manera de escabullirse. ¿Es sinónima de sí la misma palabra? Parece que sí, sin un porqué. Hallábame en tan duro trance. Ni un silbido. Temblaban parvamente las hojas del árbol navideño. Cuarto paso y un tic-tac. La circulación sanguínea espesa. No tengo venas ya. Y no tengo cuidados. Cuando el número 6 presenta sus credenciales. La infalible Cañada Real. Siete. Siete pasos, vaya abismo. Que quiten el cajón. No me comprendes. No quiero dar un paso más. El camino despejado. Sirenas. Octavo tan deprisa. Hagamos la elipse, camarada. Hablemos de todo lo que hablábamos en la barra. Los vasos en la mano. Nos putean, compadre, ¿es que no lo ves? Yo es que ya no veo nada, y así está bien. Pero veo. Al pie del ascensor sin atestiguarlo. Desde luego no, no estoy aquí ni allí. Debería ponerme. Ya estás. Una Black&Decker colgando del cinturón. Ojos de rata. Por fin, ya era hora, tenía muchas ganas de verte. Silencio. Sé que quieres decirme alguna que otra cosa. Silencio. La elipse, compañero, la elipse. Silencio. La elipse que no llega.