11 abril 2010

La Copa de Europa

Entrevista desde arriba, apenas se hubo difuminado la cuenta atrás, la escena retrocede al punto de vista cenital, a un cuadro estilo tabla de planchar o tabla de surf antigua, también a los tubos y la concentración solemne regurgitando bajo los trajes verde oliva, las máquinas que son como escalones amplios, el instrumental, la sangre que no tarda en hacer acto de presencia.
Que no se hayan sentido los pitidos, el hilo insoportable que me ligaría a la vida, me produce, sorprendentemente, un estado de reafirmación horrenda, un tal vez, un pensamiento que dictaminaría que las raíces eran miserables y sólidas, que por ende el abatimiento de plomo me da esa razón necia y enloquecedora, el solar que osé combatir, aunque fuera imaginariamente, con el mayor de mis ímpetus.

El asunto se inicia cuando arreció el colapso, porque estaba cantado que el estilo adoptado, ajeno al azar, se inmiscuyó, igual que las agujas danzan con el propósito de que yo salga adelante, con la finalidad de extirpar el mal que ni de misericordia tiene algún remedio, formando bases densas que se estrechan las manos sin que a mí se me oferte manera alguna de participación en tal envite.
Las sirenas dieron vueltas por toda la ciudad concertando una comarca donde el tono anaranjado insuflara a la palabra muerte la corta distancia que en verdad se merece, y cayeron brazos como pesos vencidos, inanimados, y entonces recogieron los desechos los hombres de verde oliva, los pasillos y fluorescentes, el rencor que anidaba casi desde el siglo pasado, porque en qué manos terminaremos por caer.
Sin embargo no es de justicia asentar la desconfianza sobre el lomo de estos profesionales, y eso que a menudo hacen chistes y arrogancias que deberían guardarse y mejor callarse, y más aun en el instante en que se abren paso entre el cosmos de esta dependencia, infinitos dogmas lanzados a lo más oscuro de los agujeros negros, carencia de respuesta, de feedback, de aserción, musculaturas planas en vivo adiestramiento.

Al cabo de una hora o dos llegará la miel, vomitar, y si hubiera suerte la orina para desprender la pegajosa adormidera, pero mientras tanto veo pasar alguna que otra pista enlatada del deplorable espectáculo que fue mi vida, desde aquí, desde lo más alto y, aunque me hablaron de una luz previa al fundido en negro yo no presencié ni por asomo, al final del camino, ninguna clase de luz.




Ahora pienso que no merece la pena,
arriesgarme traerá más problemas.
Así que elijo
lo que tengo más cerca.
Por lo menos tendré la certeza
de que existo,
de que puedo decidir,
de que elijo por mí,
sólo por mí.

En vez de aceptar lo que viene de fuera
en lugar de contar lo que queda,
desde ahora hasta el día en que me muera
por lo menos cabrá la sorpresa.
Algo nuevo,
algo aún por descubrir,
algo dentro de mí,
dentro de mí.

Cuánto tiempo he perdido ahí afuera,
cuánto por descubrir en mi cabeza.
Es tan vasto
que da casi pereza.
Casi pienso que no tengo fuerzas
para hacerlo
y encontrar dentro de mí
algo nuevo

2 Comments:

At 22:14, Blogger David Suárez Suarón said...

Volarán aves fenix y quizás un tesoro.Volverás.

 
At 22:20, Blogger Guaje Merucu said...

Aves fénix cutres de papel de periódico que se suicidan en el mar, probablemente

 

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