24 mayo 2008

El cobrador de Praga

Me encontré metido dentro de un autobús frente al Convento de las Pelayas, con una bolsita, una mariconera promocional, colgada en bandolera. En la mano izquierda un taco de recibos, y en la derecha un bolígrafo rojo de Cajastur. La guía les explicó (en un comprensible inglés) a todos aquellos australianos, coreanos, neocelandeses, americanos, italianos, ingleses, etc. que tenían que soltarme 20 euros por cabeza. El bus arrancó con rumbo a Gijón, y me puse a la faena. Les perres cayeron pa la saca sin reproches y sin rechistar, además me encontré más firme que otras veces de pie por el pasillo. Únicamente algún que otro “sorry” si me chocaba con ellos, más de un “thank you” al meter el dinero al bolso. Fueron tan buenos y gentiles que apenas tuve que dar cambio, y encima, sonrientes.
Se agradece el trabajo cómodo y bien hecho. El “pero” fue verme entrando por Gijón y contemplar horrores como el decrépito Molinón o el hipódromo de Las Mestas. Aparte de que al bajarnos mi jefe tuvo que enzarzarse con el organizador de todo aquello, pero bueno, esa es otra historia, y yo retorné presto a mi castillo, con una sonrisa que te cagas.

3 Comments:

At 20:39, Blogger evamaring said...

¿Para escribir en el revés de los recibos la historia de Gregor Samsa? Yo es que sonrío como las coreanas, fotografío como las coreanas y hubiera pagado veinte euros por leer en el reverso de un viaje a Kafka.
Besos, guaje

 
At 14:42, Blogger Guaje Merucu said...

Fue todo tan prosaico como escribir en el anverso la cifra.

Pero fueron muy amables, coreanos y no coreanos :-)

 
At 23:30, Blogger evamaring said...

Ya, a veces me pierdo, me confundo y creo que sigo en corea.Por eso sonrío cuando me escriben solo una cifra, porque dentro seguramente esconden un relato, como hacen en mi país.
Toda la razón, guaje: bajo a la tierra y subo al autobús. Me había perdido con tanto viento.
Aplauso sincero.
eva

 

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