28 septiembre 2006

Agrimensor en sitio filosófico

Esto tan raro que utilizo para el título, como si bautizara un cuadro, responde a la fascinación procedente de los libros que tuve el placer de tener en mis manos desde aquel post llamado Lecturas inaplazables. Pronto comprobaremos que lo allí escrito y lo que luego fue distan en abundancia, puesto que el libro al que me arrojé con todas las consecuencias fue Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sábato, dejando aparte, con visos de buena intención, al resto de los citados en el post y decantándome por otras variadas lecturas, quién sabe el porqué.

Siguiendo un comentario de Gorki75 saqué de la biblioteca un ensayo inteligente y ameno, muy sencillo de leer que hace honor a su título: Como una novela de Pennac. Estimulante y provechoso ejercicio en aras de concienciarnos sobre la importancia de los libros, tanto para sus consumidores compulsivos como para los que se los administran en pequeñas dosis e incluso para los que directamente los rechazan. Porque hasta un decálogo contiene el texto cuyo primer punto es el del derecho a no leer.

Sin embargo, al ser yo alguien a quien sigue gustándole eso de la literatura no me niego a leer ni mucho menos, así que me hice con el Viaje en autobús de Josep Pla, y con pleno interés en serle fiel inicié sus primeras líneas en el autobús de vuelta a casa el domingo pasado. De este escritor llevo años deseando abordar su libro más famoso, El cuaderno gris. Pero valga como excusa la magnitud de esta obra y que al final de mi entrada agrego otro argumento de más peso (en sentido literal) para seguir retrasando mi abordaje.

Volviendo al epígrafe, lo del “sitio filosófico” se lo debo a Fernando Vidal, personaje de la novela Sobre héroes y tumbas, quien mantiene la teoría de que el único sitio filosófico que queda en estado puro es el cuarto de baño. En ese rincón reflexiona el ingeniero Vidal en determinados pasajes de su Informe sobre ciegos y reflexiono yo y realizo productivas tareas a diario aparte de las elementales. Una de las capitales es la de la lectura, mi tema de hoy. Desde luego, puedo asegurar que Nací de Georges Perec me complació por completo en el cuarto de baño. Incluso también diría que compartimos pensamientos, que estrechamos el vínculo casi imposible de la empatía, y todo eso sólo con los escasos minutos con los que nos obsequiaban nuestras necesidades más perentorias.

En el baño caben todo tipo de piruetas y ejercicios intelectuales (llamémoslos así). Entre otros, el de leer los extractos del banco, repasar la lista de la compra, rememorar situaciones y frases cómicas, tararear una canción y engarzarla con más recuerdos, cotejar la factura del teléfono con las llamadas registradas en la memoria del aparato, pergeñar el siguiente post, arrepentirse de nada y de todo, etc.

Y de una machada como fue el adquirir el domingo El Castillo de Franz Kafka, sonreír con las primeras líneas y la llegada del agrimensor K al pueblo donde se verá envuelto en otra de esas pesadillas que se han venido designando kafkianas. ¿Por qué será?

5 Comments:

At 23:08, Blogger David Suárez Suarón said...

Yo no puedo cagar sin tener algo delante. Me suelo llevar revistas de bicis. Antaño lo pasaba pipa con otro tipo de revistas...

 
At 09:38, Blogger Guaje Merucu said...

No hablo en ningún momento de cagar, hablo de pensar, del amor por la sabiduría...

;-)

 
At 11:31, Blogger El Brujo said...

Lo mejor para el baño es llevarse la propaganda del Eroski y hacer mentalmente la lista de la compra. Mientras tanto, el cuerpo va haciendo su trabajo...

 
At 14:03, Blogger Guaje Merucu said...

Insisto, no hablo de cuerpo, hablo de "alma"...

;-)

 
At 17:40, Blogger El Brujo said...

El alma no existe mientras nadie me demuestre lo contrario. Somos totalmente orgánicos...

 

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