10 enero 2007

San Fernando, el relámpago entre las nubes

Nuevamente la araña urdiendo como un enjambre en las galerías. Eso suponiendo que se dedicase en exclusiva a tejer su tela. Menudo brío, cómo se las gastaba la araña. Se emperraba en llamar mi atención cuando llegaba a San Fernando en trenes que no pasan de allí. Por mucho que quisiéramos los trenes no pasaban de allí, de San Fernando, era un factor inapelable. Y a tener en cuenta.
Añoramos después sin solución, con poca fe, a los autobuses que nunca acaban con su itinerario. Suplicamos por alcanzarlos, subirnos y permanecer sentados así de cerca horas, días, la vida entera. Inútil. Siempre la bifurcación en Avenida de América, la L maldita. Para mí el pasillo largo y angosto, la crisis, siempre la crisis. Para ti era como silbar. Qué cómico.
La vida tiene estas cosas, parece que uno nunca pueda estar conforme, unas veces se gana y otras se pierde, bla, bla. Etcétera. Estoy más que hastiado de esta cantinela. Me cansa repetirme. Pero debo hacerlo.
El tiempo cura las heridas, lo cura todo, tiempo al tiempo, bla, bla, bla. Etcétera, etcétera.
Nuevamente la araña urdiendo como un enjambre en las galerías. Punzante. Aristas en las patitas de la araña.
Cuando llegue a San Fernando en trenes que no pasan de allí, una vez más, el relámpago entre las nubes.