Usted no sabe hacer cola (v.2)
Ya sólo aúlla en suspenso el pálpito ulterior
Si bien no lo juzgarán verosímil, es una realidad: No me desplomó la tristeza. Tenía la ciudad a mis pies y no era dueño de nada. Al borde de gimotear, al límite, pero callado y haciendo alarde de una serenidad portentosa me senté. Fue fácil hacer pasar el tiempo, sin los aterradores pensamientos del sufrir y de la angustia. Tres perros exaltaban las fuerzas de la Naturaleza. Cuánta inquietud en ellos. Yo sin pensar, ya se piensa demasiado el resto del tiempo. Y tiene razón Josele, “pensando no se llega a ná”. Fuera tópicos, al carajo los clichés. Palestina se me asemeja a un hermano extraviado, lo leo en el adoquinado del monte. Crucificado en piedra y no hay marcha atrás. Que preparen misiles, tanques, aviación militar. Yo volaré más alto, yo volaré más rápido que sus pájaros de acero. Y sin alas, haciendo de la ciudad y de mí un sinónimo.
Antes de lo imaginable advierto, trémulo, que voy a petar.
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