Torre de control
Primero está el corazón, y después también: de la cabeza no hay noticias. Luego la comunicación e intercomunicación de todo un sistema en apariencia sano. Muchos picos que apuntan al cielo entre la humareda. Las persianas van cayendo una a una, las luces son con los minutos ejemplos más representativos de lo tenue. Marcelo se tiende en el suelo haciendo fluir su organismo. El proceso de vaciamiento se completa paulatinamente. El control está en sus manos. Ya no se acuerda de los escombros, del ruido de la mañana, del día, de la entrada de la noche. Con Marcelo hasta los sistemas filosóficos se desintegran en un magma de principio y de fin. La teoría y la práctica. Un solar que toma contacto con la tierra al intrépido acecho de los gusanos. El viento agitará la hierba seca, mala, con un crujido. Las flores volverán a servir de poco sobre la piedra. Marcelo que deja escapar el aire como un globo que se deshincha, pero mucho más despacio. Que no oye el timbrazo del teléfono. Que sus sentidos son puros, perfectos. Poco después aparece el frío, el aura, en el mal sueño del verano.
2 Comments:
Olvidarse de que existe
Buen comment, quizás sin pretenderlo das en el clavo. Me gusta la multiplicidad en mi sarta de babayaes, como dijeron por ahí
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