Oviedo ecológico
En la plaza del ayuntamiento. La piedra relucía, daba dolor. Mirar.
Bajo la arcada un hombre mayor, ya muy viejo, vestía sobre sus ropas un cartelón reivindicativo. Daba voces.
En medio de la plaza el camión. Ecológico. Avanzaba. Se paraba. Ora retrocedía. Limpiaba hasta dejar la piedra reluciente. El sol le devolvía un cumplido. Deflagrándose.
El viejo continuaba gritando. Sin moverse. Sólo el escaso viento meneaba suave el cartelón. Letras mayúsculas. Gritos, que es lo mismo.
El camión pasa de largo. El camión se detiene. El camión retrocede. A la altura del viejo. El camión introduce al viejo mecánicamente. En el contenedor. El último sábado lo intentó conmigo. Casi lo consigue.
Oiga, oiga, oiga, oiga. Corro hacia el camión.
Oiga. Oiga. Oiga. Oiga. Oiga. Oiga…
El camión esputa una cortina de humo. Negro. Al desaparecer.
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