31 marzo 2009

¡y quién tuviera su don!


Todos los raros fuimos al concierto
del gran telépata de Dublín.
Media hora antes invadimos el metro,
yo iba obligado y tú en éxtasis.

Y tanto os daba ocho como ochenta
a los fanáticos de John Boy,
frente al estadio ya cantabais sus temas,
primeras filas vuestra obsesión.

Decíais que John Boy era boreal,
algo ambiguo y de infancia gris,
sinceramente yo lo detestaba hasta morir.

La luz se desmayó,
¿con cuál van a empezar?
A ti te daba igual, dijiste “acertará”.

¿Cómo es posible que haya estado en tus infiernos?
Es imposible o no..., ¡misterio!
¡y quién tuviera su don!
¿Sería posible conocerte más por dentro?
No lo conseguiré, saber más de ti.

Yo no soy fan, otro fan de John Boy.
Odio a John Boy, tu odiarás a John Boy.

De aquellas masas era el gran insecto.
“Tiene poderes” llegaste a decir.
Creo que lleva media vida huyendo,
quizás le pasa lo mismo que a mí.
Había expandido su emisión global

desde Lima hasta Reikiavik
y sin embargo a quien tenía cerca
no podía transmitir.

Mirada universal, de alcance personal
me hipnotizó por fin con su verso letal.

¿Cómo es posible que haya estado en sus infiernos?
Es imposible o no..., ¡misterio!
¡y quién tuviera su don!
¿Sería posible conocerte más por dentro?
no lo conseguiré, nunca sabré
si yo no tengo su don,
¡si yo no tengo su don!

Y ahora ya soy, y ahora ya, ya lo soy

y ahora ya soy otro fan de John Boy.

1999 (o cómo generar incendios de nieve con una lupa enfocando a la luna)

29 marzo 2009

one-two-three-four!! #3

28 marzo 2009

one-two-three-four!! #2

21 marzo 2009

one-two-three-four!!

13 marzo 2009

La pedrá

La segunda vez fue en el bosque. Al borde del agua. El agua traía las ondas. Luego se retiraban a sus refugios.
Las ondas se retiraron y nos quedamos solos. Había un alma cierto de huida. Al bosque no llegaba la señal. Al rectángulo se le hundió la comunicación. El rectángulo podía ser empleado para lanzarlo y hacerlo botar sobre la superficie del agua. Como una piedra lisa y refulgente.
Te hubieras caído como una piedra. No te lo querías ni imaginar. Hoy que las cartas están al descubierto. Ahora que los naipes se sacuden los comodines.
Tajantemente, hubieras deseado caer como una piedra.
La piedra más lisa que encontré y arrojé saltó por encima del agua. Dejó círculos y centros.
Te diste media vuelta, lejana, rodeada de desconfianza. Resbalando entre los rincones.