29 julio 2008

Troyanos

Abrí la puerta de casa con tal borrachera que ya ni me acuerdo cómo lo hice. Lo siguiente fue sentarme delante de la pantalla, ponerme ante este ordenador y conectarme a la red. Que hice y tragué palomitas del microondas lo sé por lo sembrado del suelo. Que todavía abrí e intenté beber una cerveza lo atestigua el charco bajo mis pies. Así que me metí en el correo y allí estaba todo ese correo basura, el spam de los cojones, en inglés, alemán o con caracteres para camuflar el nombre de la pastillita azul o el del miembro viril masculino. Pero lo que más me irritó fue lo de los mensajes con asuntos en un castellano aberrante. Entonces lo hice: abrí uno de ellos para escribirles: hijosdeputa, a ver si aprendéis a juntar dos letras; payasos de mierda no tenéis ni puta idea, yo no os entro al trapo, etc. Vamos, luchando contra los elementos. Y por consiguiente sucedió: las hordas se apoderaron y mandaron al carajo todo el disco duro y no dejaron ni rastro del sistema, creo, porque estaba borracho como un piojo y repté hasta la cama, habiendo olvidado otra vez hasta mi nombre e importándome todo una mierda.

27 julio 2008

Mar el poder del mar

Entonces decidió que era el día y se lanzó al agua, en esa zona prohibida por ser peligrosa, porque su oleaje y potencialidad eran las más temibles, pero se zambulló en el retroceso de un tiempo en el que de niño, a los nueve años, le enseñaron a nadar en una piscina olímpica, cuando creía que nada podía ser peor que aprender sin accesorios en un lugar de dos metros de profundidad, y donde un monitor con fama de duro, chulo, con un punto de arrogancia, terminó por convertirse en compinche y cordial aliado, casi un colega que tendía un lazo de complicidad y que él ahora proyectaba como un exorcismo por no poder librarse de una oscura idea, porque el deseo era más poderoso y es enorme como un corazón y el suyo necesitaba asistencia, el 112 o la destrucción, y ya peleaba con el oleaje, la mar gruesa, los remolinos triunfadores que le hacían aguadillas, ya cristalizaba el salitre en las pestañas y volvía a disolverse, y sin embargo sus brazadas eran maravillosas, con el control que estimaba tener, la displicencia por el peligro, la sensación olímpica, el podio, las tardes como espectador de las competiciones de natación en las piscinas municipales, el aplauso y la alegría por verla campeona por segunda vez consecutiva, la pena y la desolación porque no quedaban más que los aplausos y luego se marchaba a casa simplemente a recordar, se retiraba a casa para acordarse del final inventado de las noches que irían detrás de esas tardes de gloria local, pero en la batiente y la agitación, con las rocas mirando a la cara, ya no cabían por suerte los recuerdos y el cansancio, y las magulladuras no podían ser peores que cualquier recuerdo, que las manos vacías y la voz detenida en nudo marinero, y cuarta vez que el agua le empujaba hacia abajo y le incitaba al punto y final, remarcado por los gritos que, apagados, llegaban de la orilla, por las llamadas a equipos de rescate, ambulancias, helicóptero del Principado incluso, la hipérbole personificada de aquellos que no entendían nada, pues él se aseguraba que estaba cumpliendo con su deber, que era honesto y sentimental, porque decía que sólo la verdad llegaba haciendo lo que el impulso ordenaba, el impulso que el mar le cede en una suerte de intercambio decoroso que se desdibuja y se apaga como cuando termina una canción, borrándose la melodía en una desaparición paulatina, y luego él ya sólo es capaz de encontrar un brazo que le sostiene, un brazo que le rodea el cuello y le va llevando fuera del agua, los ojos de ella que están mojados, él que no alcanza a averiguar si humedecidos por agua de mar, pues ya sus ojos, después de tocada la arena, se perpetúan en la congelación de un rostro, de unas voces imposibles de escuchar, de una mañana que nunca recordará, de las palabras obstruidas por una maraña de algas.

26 julio 2008

Pennyroyal Tea

I'm on my time with everyone
I have very bad posture

Sit and drink Pennyroyal Tea
Distill the life that's inside of me
Sit and drink Pennyroyal Tea
I'm anemic royalty

Give me a Leonard Cohen afterworld
So I can sigh eternally
I'm so tired I can't sleep
I'm a liar and a thief

Sit and drink Pennyroyal Tea
I'm anemic royalty
I'm on warm milk and laxatives
Cherry-flavored antacids

Nirvana, In Utero

23 julio 2008

Torre de control

Primero está el corazón, y después también: de la cabeza no hay noticias. Luego la comunicación e intercomunicación de todo un sistema en apariencia sano. Muchos picos que apuntan al cielo entre la humareda. Las persianas van cayendo una a una, las luces son con los minutos ejemplos más representativos de lo tenue. Marcelo se tiende en el suelo haciendo fluir su organismo. El proceso de vaciamiento se completa paulatinamente. El control está en sus manos. Ya no se acuerda de los escombros, del ruido de la mañana, del día, de la entrada de la noche. Con Marcelo hasta los sistemas filosóficos se desintegran en un magma de principio y de fin. La teoría y la práctica. Un solar que toma contacto con la tierra al intrépido acecho de los gusanos. El viento agitará la hierba seca, mala, con un crujido. Las flores volverán a servir de poco sobre la piedra. Marcelo que deja escapar el aire como un globo que se deshincha, pero mucho más despacio. Que no oye el timbrazo del teléfono. Que sus sentidos son puros, perfectos. Poco después aparece el frío, el aura, en el mal sueño del verano.

22 julio 2008

La tribu

Están condenados. Ellos están condenados y no lo saben. Si ciertas son sus necesidades de manutención, fundamentales son las de reconocimiento. Enaltecerse es la preferencia en su escala de cuerdas y tronquitos de madera. También los pequeños lujos como adornarse el cuello con objetos llamativos. La falta de ganas de subirse a un árbol. Coger algo al alcance de la mano sin exponerse en demasía cuadra en sus estamentos. Aburrirse y aburrir al prójimo, la deriva inherente. Correr detrás de una pieza es declarado nulo en la tabla de mandamientos. Imposible el correr delante, escapando. Días grises que ellos ven azules. Gabriel los percibe negros. Sin matices. Y eso es una condena. Están condenados. Ellos aún no lo saben.

Gabriel se introduce en su choza exquisita y saca material que prácticamente había enterrado. Piezas de museo arqueológico. Pero con vida, con utilidad. Gabriel no tiene que devanarse demasiado. Revisar el filo, ligeramente oxidado. Afinar un poco la punta, convertir en extrema laceración el óxido y el filo. Instrumentos heredados de su abuelo. Cuando parecían señalados para convertirse en la estirpe vencedora. Los dominantes del territorio. Por desgracia lo habían conseguido. Pero a Gabriel poco le falta para echar espumarajos por la boca. Los dientes rechinan también fuera de las pesadillas. Las pesadillas pueden convertirse en realidad. Aunque sea en contadas ocasiones.

Las mujeres quedarán indemnes. Gabriel se afana en la labor de trabajar la hoja del machete. Abuelo, dónde estarás, espero que esto no sea por lo que tú te embarcaste en la batalla. Aguarda, ahora viene la última. Gabriel dejará en paz a las mujeres, a los niños. Quizás se merezcan la oportunidad de hacer las cosas bien. Gabriel piensa que el mundo es más grande que el cercado en que han convertido su mundo. Le da asco pertenecer a la tribu. Gabriel prueba el rigor del filo con un pelo. Entonces, tópicos aparte, Gabriel cierra la mano en torno a la empuñadura del machete con una convicción insólita.

Love, our love

It is impossible, love, our love,
however much you want
but was so beautiful love, our love,
though it was a minute long
I saw you walk to me, love, for me
and felt your skin on me
there were no courtesies, love, my love
and no formalities
And I am standing proud of doing nothing
and I am standing eager to do something
and I am standing lacking in our love
I'm not a lady's man, love, my love,
you just have got your charm
I sware that all the words, love, I used
were all refusing you
And was incredible love, our love,
though it was a minute long
and it's impossible love, our love,
however much you want
I'm not standing proud of doing nothing
I'm standing eager to do something
I'm not standing lacking in your love
in your love
in your love
in your love


The Sunday Drivers, Little Heart Attacks

El lenguaje del silencio (y V)

A veces pienso que uno tira de otro, aunque sea baladí, aunque sea, sobre todo, amargo. A veces vuelve ese espanto que se llama tristeza, vuelve el cielo de desdichas que se derrumba una vez golpeada la piñata. A veces me encuentro tan bien con la melancolía colgando de los hombros que me dejo mecer, porque es ella la que de veras maneja. A veces me siento con un libro y un cigarrillo entre los dedos, hago todo aquello que jamás aprendí. A veces creo que cierto dejarse llevar por la mímesis puede ser la salida de emergencia, que existir con la frente en la pantomima ha resultado un espléndido hallazgo. A veces Alejandra que se abraza, a veces que hace cosas por la cocina, que saca de paseo al perro en algún que otro domingo de lluvia. A veces que Alejandra me escribe en la pizarra, me enseña la lección, el método y las consecuencias del verbo vivir.
A veces me sentí fatal por el traidor desenlace con que obsequiaba a mi familia, y pensaba más de lo corriente en mi mujer cuando cerraba suavemente la puerta de la habitación y me arrastraba por la rampa. Varias noches salía con Alejandra a algún bar del pueblo en actitud vacacional. Las más de las noches las pasábamos en su habitación, sus amigas emanaban generosidad o un toque solidario -hoy por ti, mañana por mí- que tal vez les allanara el mapa de laberintos futuros.
Pronto descubrí que lo mejor de Alejandra no estaba entre las sábanas ni acariciándole el pelo en el jacuzzi, ni besándola en la frente, pasadas las horas, con ganas de cenar pero sin comer nada en su habitación. Supe comprender que todas esas cosas serían imprescindibles aunque sin embargo, el contraste entre el silencio y sus palabras, desplegaba raíces inusitadas expandiéndose.
En una de las últimas tardes del final de aquel verano me remojaba en la piscina del hotel, sin perder de vista la barrera montañosa a la que apreciaba ya como un hito en mi biografía. Era como tener delante, al lado y detrás a Alejandra. Mi hijo jugaba al borde de la piscina con mi madre aquella tarde, María seguía tumbada bajo una sombrilla, mi padre dormitando en otra hamaca.
De forma que la aparición de la abeja podía representar una pincelada más, de no ser por su tamaño de buitre leonado. El zumbido de un avión militar los echó al suelo, la psicodelia tomó el poder del resort, hundiendo un día que prometía besos enlatados. Una estampida generalizada fue la reacción natural. Mis ojos en pleno ataque de ansiedad perseguieron a Alejandra, a quien no había visto muy lejos de mí hacía unos minutos. Grité su nombre para que se lanzara al agua; mi familia, como un ejército espeluznante, se giró hacia el lugar de donde provenía la voz, mi voz. Ya se erguía de pie mi padre con una soga entre las manos y se aproximó, atemporal, a la abeja. Alejandra se agarró de mi brazo bajo el agua mirando hacia mi padre. Fue lo último que contemplamos antes de sumergirnos y acariciar el fondo con la punta de los dedos.

21 julio 2008

El lenguaje del silencio (IV)

Por la noche cerré la puerta de mi habitación a mis espaldas como quien cierra una puerta de calabozo, abandonando la estancia en penumbra y dejando a mi mujer e hijo dormidos profundamente. Aun no habiendo producido ruido alguno presentí de una manera muy rara que este gesto era lo más similar a un portazo. Descendí por la rampa de madera al borde de la taquicardia, en la recepción ya me esperaban Alejandra y sus amigas. Estaban en compañía de más gente, más chicos y chicas que llevaban consigo bolsas con un buen cargamento de alcohol. Nos aproximamos a la playa deprisa, todos con ánimo festivo, el mío algo receloso.
En la playa no sucedió durante horas más que lo previsible, algo a lo que estaréis muy acostumbrados, incluso hastiados, pero que para mí era otra auténtica novedad. Mezclé por primera vez el vino con la coca-cola, bebí ingentes cantidades de calimocho y me fui agregando a la fiesta a tirones de vaso de plástico. Todo lo que hasta ahora, después de conocerlo de oídas me parecían soberanas estupideces, comenzaba a divertirme. En el centro de mi propia sandez, amén de la ajena, disfrutaba como un enano, me atrevía a resultar chistoso, aunque fuera de la onda por motivos evidentes.
Chicos y chicas tonteaban luego con mayor intensidad, me quedé contemplando todo aquel despliegue de torpe estrategia hasta que Alejandra me llevó aparte. Me miró en los ojos y me dio un beso. En la boca. En ningún momento se me pasó por la cabeza el arrepentimiento, era el puñetero Hulk al que lo único que le faltaba en su transformación era lo de ponerse verde y crecer y destruirlo todo.
Alejandra me pidió que fuera con ella a su habitación, me convenció de que a sus amigas todavía les quedaban varias horas hasta que dieran la vuelta, que tenían mucha marcha y cosas que hacer durante las siguientes tres horas como mínimo. Sin dudar un instante, con fidelidad a lo que siempre había sido en mi vida, no rehusé la invitación de Alejandra.
En esa impresionante cama de 1,35 tuve un sentimiento igualito al del día triste pero justo todo lo contrario al contemplarla. Me retrotraje al impulso antiguo del trigal, a esa tarde con María, mi mujer, y me puse encima de Alejandra.
Acababa de pulsar el botón de reset, pero en esos momentos no tenía la cabeza para reflexiones de tan nula trascendencia.

20 julio 2008

El lenguaje del silencio (III)

Dejé a mi familia reposando su decepción -no sé hasta qué punto- en sus cuchitriles, y me dispuse a dar un paseo por el hotel para evitar que se dieran cuenta de mi gesto consternado. Pocos pasos más allá me tropecé con tres jovencitas que salían de un ascensor lleno de lujos, con mármol y todo en su interior. Las paré. Les pregunté que qué coño pasaba, que por qué nosotros habíamos tenido que subir por aquel pedazo de madera apolillada y que las habitaciones eran una verdadera mierda. “¿Una mierda?”, contestó una de ellas: “camas de 1,35, las habitaciones son amplias, un baño precioso: si tiene jacuzzi y todo”, añadió. “¿Cómo?”, dije. “Igual que las vuestras”. ¿Pero qué tipo de broma es ésta?, me pregunté. Silencio. “No te hagas el listillo, niño guapo”, prosiguió la misma. “No, en serio, nuestras habitaciones no tienen nada que ver con lo que me estás contando”. “Ven conmigo”, me invitó Alejandra, que así se llamaba, y me sujetó de la mano para que la acompañara.
Abrió la puerta y ante mi estupefacción ahí estaba, tal cual me había explicado: una verdadera pasada al que no le faltaba detalle y pulcritud. Las amigas de Alejandra protestaron y le preguntaron con tonillo que si no se iban a la piscina de una vez.
Al día siguiente me marché con la familia a la playa; eso sí, dormimos en nuestras celdas -apropiada expresión- a pesar de lo visto y de nuestra reclamación en el hotel, y seguimos subiendo y bajando por aquella rampa de los demonios. Cogimos sitio en el arenal, jugué con el niño, les compré a todos unos helados… Tomamos el sol, y por fin no remoloneé más y me fui derecho al agua. El mar, estaba frente a frente con el mar, al fondo parecía que se acababa como una muralla, esa raya sobre el cielo… ¿Cuánta profundidad habría ahí detrás? Los primeros espumarajos de las olas que se rendían me mojaron los pies; estaba fría el agua, aunque muy agradable. Caminé hacia adelante con cautela; a la altura de las rodillas escuché una voz familiar que me dijo hola. Alejandra: “¿Qué pasa, está fría? No quieres que te llegue a la cintura, es eso, ¿no?”. Luché por disimular pero no era una de mis especialidades. “Me da miedo… No sé nadar”. “Ven, si no te va a hacer nada”, apostilló tirando de mí. Avanzamos y me habló de una fiesta en la playa, esa misma noche, con música, fuego, bebida, etc. “No puedo”, respondí, “además no me gustan las fiestas”, sentencié por zanjar el tema. “¿Pero cómo no te van a gustar las fiestas? Si eres un crío todavía”, me dijo mirándome con un interrogante entre el pelo mojado.

19 julio 2008

El lenguaje del silencio (II)

Al margen del influjo de estas reflexiones le comíamos terreno al pasado, ahora manteníamos la vista en las costas recortadas y limpias de nuestras vacaciones. No exagero hablando así, no había salido nunca de mi pueblo, de mi territorio, de un puñado de hectáreas duras y secas, áridas. La noche llegó por el camino, entramos lentamente en la boca de un lobo, como cantaba un tipo raro del pueblo. Me dormí un buen rato.
Veintidós años y, claro está, en la mayoría de los lugares no sería más que un crío, un niñato consentido y pendiente de pasármelo mejor el próximo sábado que el anterior, meterme más drogas, cepillarme a dos chicas mejor que a una, ni una sola responsabilidad. Yo podía ser la excepción que confirmara la regla, con mi mujer y mi niño, un carácter sin premeditaciones ni cálculos, un ejemplo de lucha por la vida.
Encontramos el complejo vacacional, el resort que nos consiguió mi tío Antonio en una agencia de la capital, asesorado por un monstruito sideral que le convenció de las bondades de este destino. Antonio nos trajo un catálogo con fotos y descripciones del hotel y sus instalaciones, un paraíso a todas luces del descanso. El sitio era un lugar enorme, calculé que tres veces nuestra finca y, una vez pasado el trámite de recepción, nos fuimos a las habitaciones.
Para llegar a ellas había que andar un buen trecho, nosotros desandamos además lo andado por nuestra escasa habilidad y experiencia en estas situaciones. Llegados al acceso, nos topamos con una rampa empinada que daba paso a un corredor; en paralelo, al girar la cabeza hacia el lado derecho, otro corredor dibujaba el rectángulo del edificio: una mole con aspecto de anexo a una cárcel, una rampa frente a nosotros de madera, estrecha, con un desnivel pronunciadísimo. Me aventuré al ascenso a modo de tanteo, no quería que ni mis padres ni mi mujer ni por supuesto el niño fueran los primeros. Subí bastante atemorizado: como nadie va a leer esto lo confieso: me dan miedo las alturas: sólo con separarme medio metro del suelo siento el vértigo. Ya está dicho. Subí -explicaba- con tiento, diciéndole a mi padre que si iba tan despacio era para que me imitaran. Esto en parte era verdad, mi padre se hacía mayor aunque no quisiera reconocerlo, yo ya estaba a punto de tomar el relevo de los cuidados de la familia y del liderazgo.
Les esperé desde arriba y fueron poco a poco uniéndose a mí. Entonces nos metimos en nuestras habitaciones medio sorprendidos por la austeridad y la pobre imagen que se nos presentó: no había más que mirar las fotografías del folleto y mover las pupilas a lo que teníamos delante: ni las cortinas se parecían un mínimo, y en lugar de camas, literas con mantas estilo calabozo serían nuestros lechos.

18 julio 2008

El lenguaje del silencio (I)

Colgó mi padre al perro de un olivo y después nos hizo un gesto para que nos metiéramos en el coche. Mi padre, que dijo que el perro no valía para nada, ni para dar pena. Se puso al volante luego y arrancamos con destino al que llamaban paraíso de la costa verde. Nos íbamos de vacaciones, las primeras que puedo recordar en un sentido convencional. Dejamos atrás muy deprisa el polvo de un camino que de sobra conocía, ése que me había forjado y hecho sentirme apegado a la tierra, perteneciente a algo realmente poderoso. Miré con cierta añoranza lo que se iba quedando a los lados y entonces me recreé en lo que poseía: una familia, con mi hijo, mi mujer, mis padres. A mi padre lo miré más fijamente durante un instante, un hombre que me había enseñado todo sin balbuceos, porque las dudas son malas compañeras, como dijo en una ocasión. Mi padre, con el que aprendí en aquellos primeros años que lo propio de la existencia se asentaba en vida y muerte, un binomio que mandaba a las llamas tantos devaneos inermes de muchos seres humanos torpes y débiles. Siendo yo un chico de más bien pocas luces no hubiera estado de más que me hubiera explicado mi padre de dónde venían los niños, ya que lo tuve que aprender a los dieciséis años tras pasar la tarde con la que hoy es mi esposa en el trigal. No obstante, ésa era otra de las leyes, los hombres tienen que hacerse y vivir como hombres desde el primer impulso, criar y mantener a la familia, tañer los días con mano firme y bondadosa. Como también es moneda común por aquí, abandoné los libros a temprana edad, objetos inútiles, sostenía otra máxima de mi querido progenitor.
Fueron pasos naturales los que arriba se describen, ritos y costumbres que había que seguir con fervor religioso los que encauzaban mi vida, y no fui dado a cuestionarme nada de lo que parecía predeterminado. De ningún modo sentí simpatía jamás ni inclinación hacia cualquier forma de melancolía, de reconcentración o de amargura. No era concebible, era sobre todo impensable, aunque me viese sumergido un día extraño en una suerte de tristeza indescifrable e indescriptible, un pensamiento como un nubarrón sombrío, opaco y al tiempo translúcido, que parecía evocar pasadizos inexplorables, sorpresas seguro que miserables mas esclarecedoras, pero que yo por encima de todo siempre recordaré como un cielo arrojando desgracias tras atizarle a la piñata en la fiesta mayor del pueblo.
Después de ese día no vinieron más, ni siquiera atisbos de algo semejante por fortuna.
A pesar de todo lo que os cuento, de mi generador atávico -si se me permite la expresión-, con el tiempo me fui aficionando a dejar un cierto rastro en hojas sueltas, garabateaba palabras, frases sin conexión aparente, auspiciado por lo llamativas de algunas de ellas. Así que, alguna que otra tarde, diccionario de la lengua y de sinónimos junto a mí, empleaba la excusa de poner a bailar palabras en base a sencillos trucos sólo porque me gustaba, por el disfrute sin finalidad, una idea que creaba en mí una especie de contradicción magnética.

17 julio 2008

Preguntas al azar

¿Por qué a aquel hombre le cayó un tiesto encima cuando pasaba? ¿Qué significa hablar de todo esto ahora? ¿Para qué el afeitado cuidadoso, midiendo por igualar las patillas? ¿Qué significados tiene la palabra intersección? ¿Y cruce de caminos? ¿Cuál es la razón de los palos de ciego? ¿Acaso se pueden tocar las nubes? ¿Y las estrellas? ¿Por qué es blanco, por cierto, el palo del ciego? ¿Condescendencia? ¿La NASA existe o es una entelequia? ¿Es una entelequia España? ¿Por qué cagó un burro cuadrado teniendo el culo redondo? ¿Cuántos días tiene un año? ¿Qué es un año? ¿Se anotan los meses? ¿Anotas los meses como hago yo? ¿Qué diablos es el tiempo? ¿Y perder el tiempo? ¿Qué distancia hay hasta Madrid, a la altura de Concha Espina? ¿Me deshidrataré en el camino? ¿Necesitaré rehidratarme con cerveza, con whisky, con vino, con ginebra (y tónica)? ¿Hay alguna razón para que exista el jevimetal? ¿Y el trash, y el death? ¿Están todos ellos muertos? ¿Hay vida por ahí? ¿Qué puedo elaborar con azabache? ¿Por qué desde hace algún tiempo sólo pienso en eso? ¿Me dará miedo el puenting, el salto en paracaídas? ¿Qué les mueve a aparecer por la cocina entre las 14:26, 14:37, 15:49? ¿Cuánto tiempo pasará hasta que aprenda a hacer un bocadillo en condiciones? ¿Cuál es el espacio vital mínimo, si vale la expresión? ¿Se puede respirar sin el mismo? ¿Cómo respirar? ¿Por qué ya no me gusta el agua? ¿Soy valiente? ¿O únicamente ese cobarde proverbial? ¿Estudias o trabajas? ¿Cuántos años tienes? ¿De dónde eres? ¿Qué les hace pensar que me faltan dos veranos? ¿Y si quizás fueran múltiples primaveras? ¿Quién se lo explica? ¿Por qué son tan mal educados los de clase media-alta? ¿Por qué conducen esos coches tan rápidos y apenas sufren accidentes? ¿Qué le queda a la palabra ilusión? ¿Qué le queda al adjetivo? ¿Es imposible comprender determinadas cosas? ¿Y obstinarse en descifrarlas todas, hallar la solución de cada una de las cosas? ¿Ahora? ¿Por qué no se me apareció nunca el diablo ni el pobre diablo? ¿Por qué no espero que lo haga jamás dios? ¿Rechazarías mis preguntas? ¿Te puedes creer que aún tengo más, muchas más?

No había ninguna necesidad, y nunca necesité tanto el preguntarte algo.

16 julio 2008

Líneas que se intersecan

Misterio al pasar las hojas, dos años, un mundo, dos mundos que acaban mal. Sortilegio de la página: en una el fracaso con todos sus sinónimos; en la otra, la chanza y la catarsis, bendita catarsis. Trucos del destino, si alguien cree en él, motor trucado para hacer ruido y humo carbón. Entresijo sin previsión, el negro sobre blanco es sota caballo rey; pero sin embargo. Magia, magia negra y palomas en otros sombreros. Un conjunto de kilómetros, qué pretextos, para ponerse a mear y no echar gota. Atolladero sin solución de continuidad para continuar como oxígeno. Encantamiento, y no obstante, litros eléctricos de adrenalina. Las curvas de una serpiente enroscada con complacencia son palabras para un buen título. La incógnita sabrosa, una buena trampa sin disimulos. Nigromancia, arte poderoso, qué guasa al otro lado. La carretera está despejada y la niebla se cierra fundida en gris detrás de la montaña.

Pasar la página después de mirarte desde lejos, durante cinco días, hace dos años. Después de contemplarte como preparado para la más indispensable de mis batallas, dispuesto a librar la lucha final, la culminación de una vida sin lugar a dudas memorable.
Pasar la página después de escribir, de escribirte que me faltaba el entendimiento, pues me mirabas desde lejos y no venías. Que todo ese arcano era universal, capaz de poner en un brete a todas las hipótesis que pudieran barajar sabios pretéritos, incluso la completa totalidad de la comunidad científica actual.
Pasar la página después de haberme exprimido reconstruyendo tu fisonomía en mi memoria, acarreando placeres sensoriales para mi exclusivo e insólito disfrute. Después de haberte inventado, de, extasiado, haberte destruido.

Pasar la página después de volver al principio, de arrojarme contra el límite, de ponerme al borde de la muerte perjurando.
Pasar la página, la burla, la ironía y todo lo demás. Pasar la página: una foto a todo color, una cara que explota renovada, otros labios que se fruncen con una media luna que sonríe del revés al otro lado del mundo.

14 julio 2008

Esquirlas

¿Qué me quedó después de todo?
El antifaz no es eficaz
Las pulseras las luces tú mejor que nadie
El agua pa los peces
Nadar no se me da tan bien como a ti
En alcohol se flota mucho mejor
Un naufragio sí es un hogar
Una habitación con vistas es el infierno
No hay tesoros entre la arena
El fuego me apaga la sed
Sortear el horizonte y las palabras
No soy mejor en nada
Te sienta estupendo ese bronceado
Mi cabeza se achicharrará
No te pongas mucho más al sol
Quema encima de los calcinados bosques
Mis pies sobre ascuas me dicen que respiro
Tu salto es verdaderamente sagrado
No venero más que rastrojos
Un púlpito azul y un tigre que se asoma
Me invitas a comulgar a hostia limpia
Tú, y la lejía limpia peor
Blanco sobre oscuro dentro del túnel
Ventiladores estropeados a babor
Tragar polvo se me da de perlas
Es un primor verte balancear
La zanja es una casa puesta boca arriba
Un pez me dirá mi nombre, no responderé
A este lado trincheras infinitas
Me das la espalda y ni miradas de reojo
Fantaseo con un teclado, rey, dios del jevimetal
Testaferro de la bondad aproximado
Venenosa alianza, carnicería
Los velos semitransparentes de una ceguera
Tractor que se pasa de largo
Un voto nulo en la urna sin compañía
Labios erosionados por la pulpa del alba
Victoria si acaso en un mundo vacío
Pútrido insolente encaramado a la cima
Bisoñez oculta jugando a la pelota
Te queda genial ese jersey
Cuadrícula inherente a una cosmografía
Filtro y redención, engaño con mayúsculas
Letra capital y la peor condena
Misterio de la jungla ceñida a la médula
Me distraes al verte pasar
Visera esponjosa, cáliz de moratón
Todo dios a dormir
Una risa en la trituradora
El aroma de la certeza amontonada
Remontes y valles bicéfalos
Pasarela de futuro con plomo
El espasmo de una corriente
Pasto en lugar de alimentación
La rumia es suave
Perverso vientre de espuma de nieve
El buzón y la carta olvidada
Deja atrás la última puerta
Decir adiós no es tarea obligatoria
Memoria en el tañido seco
Por partes los trozos son los trazos
Organigrama con las manos sobre la cabeza
Miel de viento la brisa en primavera
La ocasión del visto y no visto
Una respuesta ni una pregunta
Combinaciones de esquema detrás de una ventana
Amarillo el despertar
Me parece de agradecidos el silencio
Hacer honores en no hacer reverencia
Pistolero embaucador aullándose
Un vestido de domingo para la misa
Las flores más austeras
Un jarrón destruido de raíz
China es aún más vecina de mí
Salazón en la lengua se desliza
Gesto de repugnancia, acabo de aterrizar
Cuelas el aire en diafragma
Una red un montón de enredos
Coser los estribos a la sien
El nudo burlón
La escapada es el milagro real
Una avenida estrecha
Un mal sueño es como una vigilia
Pedazo de jabón
La silueta de una señorita se recorta
Cascabel fue la bruma que se borró
Recuerdos recuerdo tanto

13 julio 2008

La patxanga

A Sergio Algora

Bajamos del autobús, no se podría decir que ganaríamos sin bajarnos del autobús, y eso se comprobará más adelante.
El colegio se mantenía igual pese a los años transcurridos. Líneas mal pintadas, tal vez borradas por el uso, por la desidia del tiempo. Íbamos como en pos de la estrella fugaz, la estrella polar, la revancha y la estulticia. Calentamos. Yo más levemente, pues me tocaba de nuevo calentar el banquillo. Esos jodidos bancos, incómodos y helados. Estiramos. Estiré los minutos, el vaho que se formaba al abrir la boca. Puto tabaco, quién aguanta un sprint. Yo que prescindía de ellos, de los sprints, que era un auténtico pulmón en la medular: recuperar y distribuir, llegar al borde del área, remachar. Ahora me traía bajo el brazo El Tratado de la Desesperación de Sören Kierkegaard, más que nada por acojonar, como le escuché decir una vez a Fran. Poco más se podía hacer. Ni cantar con los muchachos en el viaje, ni provocar al conductor, todo se había desvanecido.
Se inició el partido con un pobre juego por las bandas y la ausencia de posesión de la pelota por nuestra parte. No me esperaba menos, de ahí la no decepción. Cayó el primer gol en contra, y en cuatro minutos, dos más. Abrí el libro, por joder sobre todo al míster. ¡¡Puto pusilánime, encima tú con el librito de los cojones, cagondiós!!, dijo. Me metí una sonrisa por dentro. De inmediato mandó calentar al otro chaval que había dejado en el banquillo, Saúl, un tipo con una clase envidiable, regate, cambio de ritmo y buen disparo, aunque un vago de la hostia. Jota y Romay no conseguían abrir la defensa rival, y menos con un 3-0 en contra, los cabrones de enfrente manejaban la situación a sus anchas. Me volví a meter otra sonrisa para adentro, a pesar de que me jodía esta derrota bastante más que al borracho del míster. Entró Saúl en la cancha por Eugenio, el crack del equipo.
Entonces, al poco tiempo, me mandó calentar a mí: venga, figura, sal ahí, te regalo los minutos de la basura, me dijo. Me metí en la pista sin saber bien dónde ponerme: joder, otra vez, dónde coño está mi sitio... Anduve como un boxeador noqueado casi todo el rato, tratando de contener las avalanchas rivales con escaso éxito. La presión del equipo contrario era insoportable, y los minutos restantes un suplicio. Hasta que no encontré mejor manera de despejar un balón suelto en el medio campo que largando un derechazo de aúpa, que se coló en la portería rival tras golpear el larguero. Se giraron todos hacia mí con un gesto de incredulidad tal que ni siquiera fue celebrado el gol. Percibí tímidos aplausos de un pringao del banquillo enemigo, no sé si premonitorios ya que, en la siguiente jugada y cediendo al acoso de tres contrarios, introduje la pelota en propia puerta durante el lance de una desesperada cesión a nuestro guardameta.
Por fin se sintieron los tres pitidos y todos nos fuimos, en palabras del míster, a cascarla.

10 julio 2008

Tolkas

De este hombre nunca habrá
fotos en las enciclopedias
y soplará y soplará y su casa tirará.
Todos sus trofeos son
polvo en las estanterías
y soplará y soplará y su casa tirará.
Y aunque te diga su nombre no sabrás quién es,
todo en él funciona a vapor.
De pequeño pudo ser
el abominable niño de las nieves
y prefirió estar de pie de cara a la pared.
Y aunque te diga su nombre no sabrás quién es,
todo en él funciona a vapor.
Y aunque fuera no nieve,
él no da calor.
Sus pies en invierno en la cama se helarán.
En su cuaderno está escrito todo el daño que hizo.
Se lo aprendió y aún así suspendió.

El Niño Gusano, El escarabajo más grande de Europa

06 julio 2008

Los colores de una sombra

No sales nunca en las conversaciones,
Entre nosotros nadie habla de ti,
Es la verdad.
No digo esto para impresionarte,
Veo aquellas horas descendiendo,
Cada día un piso más.
Te he dedicado líneas sin sentido,
Líneas que sin puntos son abismos,
Te podrías asomar.
Sin dudar yo lo haría de ti.
¿Comprenderás si te hablo así?
¿Te ofenderás? Lo conseguí.
Ya no eres más que sombras.
Quizás te estoy mintiendo,
Resulta que no puedo aceptar
Que aún te eche de menos
Y que este menos vaya aún a más.
Y ahora miento casi siempre,
Todo el mundo lo hace.
Engaño a otros y me engaño a mí.
¿Para qué diablos sirve la verdad?
Y mis naves ya se hunden
Sólo al mencionarte,
Naves que se hunden,
Os saluda digno y roto el capitán.
¿Comprenderás si te hablo así?
¿Te ofenderás? Lo conseguí.
Ya no eres más que sombras.
Estás hablando para nadie,
Basta, ¡cállate!
Estás perdiendo el juicio,
Ya no hay nadie aquí.
Pero si me has escuchado,
Vamos, ¡lárgate!
O quédate, mi sombra.
¿Y si a cambio te lo digo una vez más?
Ya ves, te estoy mintiendo,
Ya ves, no lo he podido aceptar,
Que aún te eche de menos
Y que este menos vaya aún a más.
Cada vez que te recuerdo viene a mí una imagen,
Éramos tú y yo de safari en el parque.

Love of lesbian, Cuentos chinos para niños del Japón

05 julio 2008

La línea de hielo

Después de atravesar rostros, transido en los espejos y en las cristaleras, pongo el contador a cero. He visto demasiado, ya es suficiente, el pijama cansado y el olor a sudor son prescindibles. Los rincones son rastros de última vez, de quien dejaba retales con la precisión de lo que no volvería.
Empecé a comprender lo de la línea de hielo, era tan imperceptible que al principio me costó lo suyo, como superpoderes y enigmas que, si bien inapreciables, intangibles, no podían traspasarse. Una vez arrasada la piel en jirones se hizo más sencillo entender. La mosca lo sabe de memoria cuando la araña aparece desde una esquina. La memoria luego no dura ni un suspiro.
Chárara lo llamé al principio, mas a qué distancia de planetas y satélites. Es decir, que no me creía una palabra, escepticismo de noche de sábado que te arrea el domingo. Y más aun el lunes, cuando lo único que cualquiera escogería sería estar fuera del cuerpo, sobre todo lejos del pensamiento.
De repente puede llegar la línea de hielo, me advertiste, y me quedé como quien oye llover.
Con las ganas de atravesar las paredes empieza a macerar el entendimiento.

04 julio 2008

Sale el sol

La sombra desde la montaña
Inunda el campo de gris y de azul
Un cuarto menguante de luna
Resiste en el cielo la llegada de la luz
Sale el sol
Ilumina el sistema donde estamos viviendo
Intento captar el momento
Para mandártelo en una postal
Pero no puedo encontrar mi guitarra
Y cuando la encuentro no la puedo afinar
Sale el sol
Ilumina el camino donde estaba perdido
Sale el sol
Ilumina todo el sistema
Sale el sol
Y nosotros aquí dando vueltas
Sale el sol
Nena
Es hora de que estés despierta
Sale el sol
Lo sé pero no tengo las pruebas
Sale el sol
Nena
Aunque salga por Antequera
Sale el sol
No puede ser que no lo veas
Sale el sol
Nena

Los Planetas Contra la ley de la gravedad

03 julio 2008

Stay behind me

Lay down in time, feelings from a hundred thousand miles
I felt so wrong contrasting me against the world
But I know how it changes and I know how to fight
Is this coming right from hell? Or is a fuckin' lie?

I was alone when you came knocking on my door
My fever was high, you tried to get into my life
But I know how you changed and I know how you fight
Are you coming right from hell? Or are you a fuckin' lier?

Save me! Save me! If you stay behind me, nothing hurts me babe
I'm here! I'm here! Please return me to the place where I feel well,
where I feel save, where I feel well,
where I feel so close to my friends
Take me! Take me! If you just stay by my side for good...

Those days were dark, but all my dreams came true at last
I've found the love that many years I've been looking for
But I know how it changes and I know how it fights
Is this coming right from hell? Or is a fuckin' lie?

Save me! Save me! If you stay behind me, nothing hurts me babe
I'm here! I'm here! Please return me to the place where I feel well,
where I feel save, where I feel well, where I feel so close to my friends
Take me! Take me! If you just stay by my side for good...

Sexy Sadie, It's beautiful, it's love!