16 diciembre 2007

En evidencias y no servidumbres

La bala atravesó la masa encefálica causando graves destrozos en los tejidos vitales. A la bala le siguió un charco inmenso de sangre oscura y espesa, y la cabeza y los cabellos reposaron en el suelo mezclándose y completando el macabro cuadro del que se hablará en los medios en un breve espacio de tiempo.
Ahora te querría contemplar durante una eternidad -casi la tengo-, indagar en tus ojos, descubrir qué muestra esa mirada: ¿Es miedo? ¿Es acaso alivio o suficiencia? Quién lo sabe.
Sin embargo es verdad, estabas en lo cierto, mucho de lo que dijiste quedó después confirmado, aunque ahora muestres para algunos un nulo poder de convicción.
Quién sabe lo que es cierto en realidad, tal vez cada uno lo sepa y sea lo que valga. Tú lo vuelves a demostrar con tu boca semiabierta y tus miembros ya fríos y rígidos, con tu aparente mezcla de relax y tensión.
Evidencias y no servidumbres, decías a menudo.
Aquí están, replico.
Y ahora te digo con futilidad que nunca pasearás por Lisboa, ni anhelarás plantarte ante Boca do Inferno, ya nunca será posible aterrizar en Las Azores. Y de París o Ámsterdam ni hablar, ninguna ensoñación en Berlín jamás.
Te echo la última mirada mientras preparo el escenario tal y como me explicaron, con todos los detalles precisos para que esto parezca un suicidio.

14 diciembre 2007

En un cajón tan negro (y II)

Vaya desde aquí mi agradecimiento al Sr. David Suárez, autor de la continuación y remate final del relato. Y a ver si su paso por aquí me saca al fin del marasmo de la impopularidad…



La roadmuvi se internó en el Pajares, pronto la niebla envolvió al Yundai y a la carretera aunque Suarón conducía con soltura quizás animado por la música del Robe. Adelantamos a varios camiones y divisamos la nieve a ambos lados del paisaje.
-¿Traes cadenas?-le pregunté-.
-Abre la guantera.
Con una sonrisa miré el interior y saqué unas cadenas, una muñequera pinchos y una navaja .Parecía que íbamos camino de una guerra. En ese momento comprendí la verdadera intención del viaje. En el fondo buscábamos un suicidio inducido .Lo más probable era que no volviésemos.
Coronamos el puerto con el asfalto limpio e iniciamos el descenso ya con un recopilatorio de Ilegales.
El olor no nos abandonaba.
-A mí no me molesta, debe ser algún problema en el conducto del aire que recoge los gases del motor-aclaró-.

Los kilómetros se sucedieron y los altavoces fueron mostrando diversos grupos: Los Enemigos, Fito y los Fitipaldis, Los Ramones…hasta que el hambre nos hizo desviarnos hacia un pueblo salmantino.
-¿Qué quies comer lo que mangamos o vamos a un bar?-me preguntó.
-Me da igual.
-Bah entós hacemos un bocadillo con los chorizos que pillamos.
Hablamos de lo bien que va el Madrid en la Liga en una plazoleta del pueblo con el coche aparcado enfrente .La conversación era sobre fútbol pero internamente la cosa iba por otro lado bien distinto.
-Bueno dejémonos de gilipolleces. ¿A qué venimos aquí?-interrumpí-
Corrimos al coche a por el armamento riéndonos como dos locos. Caminamos hacia una calle contigua contemplando el asombro y los gritos de la gente.
Fue lo primero que vimos, una oficina de CajaEspaña. El resto de la historia prefiero no recordarla ya es de sobra conocida.

Hoy luce el sol y el olor no cesa en este cajón tan negro.

08 diciembre 2007

En un cajón tan negro (I)

Le pregunté a Suarón si había mirado ya el calendario de Liga para enero; él me contestó que no. A pesar de todo, al pasar revista al material de viaje, al comentarle que nos llevaríamos a Madrid dos recortadas y otra de repuesto, él realizó una aportación personal: viajaríamos además con una ballesta.
La siguiente vez que le pregunté por el calendario seguía sin saber nada, aunque en el terreno logístico añadió un martillo.
Así que visto lo visto mi inmediata reacción fue la de consultar directamente en internet el calendario liguero, no quise conocer las futuras propuestas del susodicho. Nos marchábamos a Madrid con la idea de ver un partido de Liga en el Santiago Bernabéu, ése al menos fue el planteamiento original, qué lejos estuvimos en cuanto a resultados.
Subimos temprano en el Yundai de Suarón el día de autos, nos esperaban unos cuantos kilómetros por delante y alguna que otra parada en lo que se vino a denominar rodmuvi ya meses atrás; banda sonora de Extremoduro, mayormente.
En Mieres dimos un pequeño palo en un comercio de ultramarinos, seguimos viaje sin mayor problema.
Antes de llegar a Pola de Lena el extraño olor que despedía el coche me hizo sospechar y creer que no llegaríamos mucho más lejos. Suarón sostenía que no había problema, aunque cualquiera de vosotros tampoco apostaría un duro, estoy seguro.