27 septiembre 2008

Black

Hey...
Sheets of empty canvas, untouched sheets of clay
Were laid spread out before me as her body once did
All five horizons revolved around her soul
As the earth to the sun
Now the air I tasted and breathed has taken a turn
Ooh, and all I taught her was everything
Ooh, I know she gave me all that she wore
And now my bitter hands chafe beneath the clouds
Of what was everything?
Oh, the pictures have all been washed in black, tattooed Everything...

I take a walk outside
I'm surrounded by some kids at play
I can feel their laughter, so why do I sear
Oh, and twisted thoughts that spin round my head
I'm spinning, oh, I'm spinning
How quick the sun can, drop away
And now my bitter hands cradle broken glass
Of what was everything
All the pictures have all been washed in black, tattooed everything...
All the love gone bad turned my world to black
Tattooed all I see, all that I am, all I will be...yeah...
I know someday you'll have a beautiful life,
I know you'll be a star
In somebody else's sky, but why, why, why
Can't it be, can't it be mine


Pearl Jam, Ten

21 septiembre 2008

Otra vez te has quedado atrás y yo en mi pequeño barco de rock & roll

"ven aquí, sé mi sueño
tengo lo que quieres ver
prometo que no cambiaré
no es real lo que ves
soy un personaje que
mañana ya no recordaré"

y aquí estás, me vences sin luchar
porque el deseo puede más
sé que te irás sin decir adiós
serás sólo un fantasma en mi interior

escapar, esconderme
tras las cicatrices que
de nada me pueden proteger
otra vez te has quedado atrás y yo
en mi pequeño barco de rock and roll
siempre solo, sin equipaje
sólo esta canción

y aquí estás, me vences sin luchar
porque el deseo puede más
sé que te irás sin decir adiós
serás sólo un fantasma en mi interior

sueño con quemar mis dedos con tu piel
y tus fotos aún adornan mi pared
y aquí estoy, vencido sin luchar
porque el deseo puede más
siempre puede más
sé que te irás sin decir adiós
serás sólo un fantasma en mi interior


"Aquí estás". Stormy Mondays, Días de lluvia, corazones rotos

14 septiembre 2008

Estallido

La ojeada que me dirigió el hombre me puso en alerta. Yo venía justo de sacar el ticket de la zona azul, de hacer un gesto tan cotidiano que la irrupción y la puesta de escena de ese movimiento ajeno me implantó un escalofrío por dentro. Estaba pensando en Kafka en ese preciso instante, con la extrañeza de sospechar que cada ciudadano, en su absurdo cada vez más declarado, dejaba en ridículo al adjetivo kafkiano y lo relegaba a una categoría de ordinariez que lo eximía de un encanto y una rareza especial, desbarataba una válvula de escape para motores hiperrevolucionados y absurdos, privándolos de otra especie de sentido, de otra realidad al margen.
Vino la mirada del hombre a situarme en comunión con la lucha por la supervivencia, ideas paranoicas al margen. El camino se emborronó en segundos, un movimiento evasivo con una señal bosquejada que al parecer sólo yo distinguí.
De modo que me aparté intentando no ser muy obvio y el hombre abrió la puerta del coche y recogió algo de su interior. Entonces preví una muerte quizás en exceso penosa, una carga de memoria ignominiosa para los siglos venideros y los descendientes que nunca tuve. El tipo me volvió a echar una mirada mientras se guardaba un paquete de tabaco en el bolsillo de la camisa y, al mismo tiempo, mostró un 38 camuflado en su cintura. Sonrió sin apartar la vista, con un gesto de redención y piedad abominable.
¿Podía seguir paseando sin temor? ¿Me sobresaltaría cuando el hombre descargara el 38 sobre el cuerpo de una mujer que se aproximaba, que avanzaba con firmeza hacia nosotros, que rendiría su vida en un día de otoño, en el primer día de este otoño?

08 septiembre 2008

De los prodigios

Se perdería entre esas denominaciones autóctonas: carrer, plaça, avinguda, travessera, parc, estaçió…, la mayoría palabras hermosas, casi tan bellas como la ciudad de Barcelona, aquélla que figuró como mi destino ideal, la sede de mi voluntario destierro hasta que la realidad me asentó en un lugar más prosaico, la metrópoli y capital mundial de mis ideas, Sebastopol.

Ha pasado mucho tiempo desde que te marchaste a Barcelona, desde que huiste, mejor dicho, de esta ciudad.
Un tiempo que me dedico a malgastar como polvo al viento, como flores sobre la tumba.
Buscándome problemas, muchos más de los que debería adquirir por necesidad.
Mucho tiempo tal vez es una forma de hablar, de explicar y explicarme que hay luces que siempre se mantienen vivas, rígidas como una madrugada de enero.
Me he dedicado por completo a concentrarme en el eje de un círculo de confusión y carambolas fallidas.
He recorrido el mismo bulevar para llegar al mismo sitio de siempre, me he recluido en la iglesia, la basílica que llaman por aquí.
Para llegar al mismo sitio de siempre, en efecto, las paredes resquebrajadas y su silencio.
He pergeñado varios finales, y ninguno era éste. No eran demasiado flexibles esos finales, pero no requiere de flexibilidad la línea recta.
Nunca creí que se pudiera firmar un epitafio más feo, jamás que tu nombre dejara de resplandecer en mi pantalla.

El optimismo se ha caído de la página, se ha, literalmente, descalabrado.
No es por ti, me repito cada mañana, fue una decisión consensuada y adulta, se fraguó como el mejor de los resultados posibles.
Sin embargo de qué manera ejemplificar algunas de las palabras de difícil comprensión. Precisamente con sólo una mirada.
Las catedrales se han derrumbado, los monumentos fueron demolidos, las pinturas destruidas por el fuego. Todos los mitos son irrisorios, las grandes palabras se fueron por donde vinieron.
No me lamento, no, es innegable: mentiría hasta la calumnia si no afirmara que era previsible.
Y seguro que por puro masoquismo practico una suerte de taciturno recreo en este nimio detalle, soy prodigio de la agonía barata.

Something changed

I wrote this song two hours before we met. I didn't know your name or what you looked like yet. Oh I could have stayed at home and gone to bed. I could have gone to see a film instead. You might have changed your mind and seen your friend. Life could have been very different but then Something changed. Do you believe that there's someone up above? And does he have a timetable directing acts of love? Why did I write this song on that one day? Why did you touch my hand and softly say: "Stop asking questions that don't matter anyway. Just give us a kiss to celebrate here today - Something changed". When we woke up that morning we had no way of knowing that in a matter of hours we'd change the way we were going. Where would I be now if we'd never met? Would I be singing this song to someone else instead? I dunno but like you said - Something changed.

Pulp, Different Class

u la la la, qué fácil es

No sé bien si estoy despierto
ni si a mi lado hay otra piel,
lo que ha pasado es como un sueño
que no conté... y lo olvidé.
Qué pronto me olvidé,
porque olvidar un sueño
u la la la, u la la la, qué fácil es.
De mis canciones me olvidé,
porque olvidar un sueño,
u la la la, u la la la, qué fácil es.
No sé por qué me lo reprochas, nunca traté
de explicar el mundo ni deciros lo que hay que hacer...
Fui creando mi propio suelo
a medida que avancé,
y cuando se diluyó el sueño
nada quedó bajo mis pies.
Qué pronto me olvidé,
porque olvidar un sueño
u la la la, u la la la, qué fácil es.
De mi pasado me olvidé,
porque olvidar un sueño
u la la la, u la la la, qué fácil es.
Yo sólo soy mi propia antorcha y de nadie más,
y no hay camino que iluminar, sólo quise contar,
y vivir, vivir,
vivir y amar, vivir
nada más.
El pobre que dejó el boxeo
nunca pudo huir de él.
Esta noche: Rimbaud contra Rambo,
y Baudelaire contra Bo Derek.

Fernando Alfaro y los alienistas, Carnevisión

07 septiembre 2008

El páramo en cenizas

Quedó el páramo en cenizas. Los parabienes se extinguieron con las últimas llamas. El bosque ya no es verde.

Salí del cuarto de baño una vez me hube afeitado a conciencia. Mientras lo hacía entró un tipo con cara de imbécil y se quedó mirándome unos segundos. De inmediato se metió en uno de los habitáculos y se encerró atemorizado. Me pregunté de qué tenía miedo, ya podía protegerse tal vez del calor que hacía allí porque yo simplemente me afeitaba tomándome mi tiempo, no había nada más. Puede que mis pintas andrajosas le hubieran hecho tener una idea equivocada, preconcebida, mejor dicho.
Salí del cuarto de baño una vez me hube afeitado a conciencia y salí después del tipo aquél con cara de imbécil y de merluzo. En el vientre del centro comercial las cosas no mejoraban demasiado, el ligero bajón de temperatura respecto a la que se padece en el baño no era suficiente. Nada es nunca suficiente, aunque yo desde hace una buena temporada me tenga que contentar con lo imprescindible: economía de subsistencia, es como lo definen los libros.
Salí del cuarto de baño, me encaminé hacia un banco del pasillo principal para apostarme como cada mañana, una siestecita en alerta era la rutina, luego se imponía el oficio de buscarse la vida. Escudriñé torcidamente el panorama mientras me recostaba, y zanganeando avisté a Manolo, el segurata. No tenía nada que temer de Manolo, pues nuestros territorios quedaron delimitados a las primeras de cambio. Me intentó echar del centro comercial la primera vez; y ésa fue la última. En lo sucesivo se comportó sin marcialidad conmigo, hasta me invita a café y tabaco en sus jornadas más inspiradas. Le hice un gesto en la distancia y cerré los ojos.

Entré en un arcano sarcástico y delirante, en un viaje crepuscular, en un hotel donde alojaban a las familias en caso de overbooking en las neveras de almacenamiento masivo, donde para llegar a las camas era imperativo subir por unos cien peldaños de nivel considerable, y el abrigo mejor no olvidárselo, y la mascota, el gatito o el perrito, era preferible no descuidarlo dentro porque seguro que lo convertían en hamburguesas para la temporada siguiente. Erré por el sin par despeñadero del ocio y las necesidades terciarias, lamentándome no haber invertido más dinero en mis vacaciones y culpándome por tacaño, ya que si bien se hacía dolorosa la bajada, qué podría explicar de la subida y del ruido a primera hora de los empleados del hotel en busca de piezas de carne congelada para el almuerzo, luego para la cena, los helados o los postres, hasta el Sr. Director incluso, que allí mantenían petrificado desde los tiempos del boom en que los subordinados se rebelaron por una mejora en sus condiciones laborales y pecuniarias. Hasta al Sr. Director extraían de su cápsula en caso de reclamación de algún cliente descontento, y lo sentaban frente a él para que el disgustado reclamante fuera escuchado.
Poco que añadir respecto a las excursiones, que no eran más que itinerarios por descampados atestados de escombros y basura, toneladas de cochambre y un guía haciendo gala de una ausencia total de modales, conocimiento y profesionalidad. De excursión nos encontrábamos el segundo día de estancia, y a los alrededores de un bosque nos condujo el representante del hotel. Muy rápido divisamos a tres personas armadas y poniendo al fuego antorchas en actitud digamos que extraña, si no -hablando claro-, en actitud hostil. Unos metros más allá una pareja copulaba ancestralmente, acto que de improviso interrumpió un gigantesco hombre peludo con un machetazo sorprendente. En seguida se oyeron los alaridos de la más violenta de las respuestas, las armas blancas y el fuego. Éste se extendió tan deprisa que a nosotros, los pobres excursionistas, no nos concedió tiempo para la reacción. Lo siguiente fue el páramo, los parabienes, el bosque que dejó de ser verde, nosotros en un callejón sin salida y con plena consciencia de futuro, cuando tanteo en busca de la mano de Laura que no está a mi lado.

La mano de Laura me agita entonces el cuerpo delicadamente sosteniéndome por el hombro. Y al tiempo, con el mayor de los escándalos, el despertador no para de zumbar.