Troyanos
Abrí la puerta de casa con tal borrachera que ya ni me acuerdo cómo lo hice. Lo siguiente fue sentarme delante de la pantalla, ponerme ante este ordenador y conectarme a la red. Que hice y tragué palomitas del microondas lo sé por lo sembrado del suelo. Que todavía abrí e intenté beber una cerveza lo atestigua el charco bajo mis pies. Así que me metí en el correo y allí estaba todo ese correo basura, el spam de los cojones, en inglés, alemán o con caracteres para camuflar el nombre de la pastillita azul o el del miembro viril masculino. Pero lo que más me irritó fue lo de los mensajes con asuntos en un castellano aberrante. Entonces lo hice: abrí uno de ellos para escribirles: hijosdeputa, a ver si aprendéis a juntar dos letras; payasos de mierda no tenéis ni puta idea, yo no os entro al trapo, etc. Vamos, luchando contra los elementos. Y por consiguiente sucedió: las hordas se apoderaron y mandaron al carajo todo el disco duro y no dejaron ni rastro del sistema, creo, porque estaba borracho como un piojo y repté hasta la cama, habiendo olvidado otra vez hasta mi nombre e importándome todo una mierda.